Fue un día jueves 11 de Junio. El clima un tanto frio, y el tránsito de automóviles en la Javier Prado era infernal, y cuando llegué a las inmediaciones del centro comercial Plaza Camacho, la curiosidad “me mataba como al gato”. Ya bordeaban las ocho de la noche, y todo estaba listo para inaugurar la muestra “El cuerpo humano: real y fascinante”. Momentos antes de ingresar al recinto, sentí una extraña inquietud, pero de esas que te dan a la hora de que vas afrontar algo no muy agradable. Finalmente, extraje la tarjeta de invitación que estaba en el bolsillo de mi saco, y antes de entregársela al agente de seguridad, la observé por última vez; tenía un fondo de color negro, en el cual resaltaba una silueta humana, que más parecía un bife crudo con la forma de un hombre.
En el interior de la Exposición, se mostraba doce cuerpos humanos completos, en sus distintas formas. Decenas de vitrinas en nueve galerías, ostentaban diferentes órganos humanos (eran más de 200), partes óseas, sistemas nerviosos, etc. Pero el detalle era que esos cuerpos no parecían precisamente reales, más bien parecían réplicas de cera, o algo así como plastificadas. La razón de esa apariencia era sencillamente que tales cuerpos, habían pasado por un meticuloso proceso de polimerización, el cual, consistía en preservarlos con una especie de silicona líquida; es por ello que quizá le restaban algo de autenticidad. Pero lo cierto es que eran cuerpos verdaderos, de seres humanos, pues, yo mismo y un grupo de invitados le hicimos la misma pregunta a la hoy repudiada Susan Hoefken, gerente general de Impacto Producciones (organizadora del evento), y nos confirmó que efectivamente, eran reales. Además, pregunté cómo era posible que tales cuerpos estuvieran en una exposición dando la vuelta al mundo; o si eran de propiedad de alguien, sabiendo que antes eran personas comunes que habían tenido una determinada vida. Y ellos, simplemente me respondieron que eran ciudadanos chinos, y que en vida habían decidido donar sus cuerpos, con el consentimiento de sus parientes.
A pesar de que la seguridad del lugar no permitía cámaras fotográficas o filmadoras, uno de los visitantes que estaba a mi costado, no paraba de tomar fotografías desde su celular con una voracidad increíble. Pensé un instante: ¿Estoy en un circo romano del siglo XXI? Y en el acto abandoné el lugar. (Mi verdadera permanencia desde que ingresé a la muestra, fue de diez minutos).
Además, quiero revelar que no me considero un conservador empedernido, ni mucho menos un puritano recalcitrante; es más, podría decir que soy desenfadado, provocador, sarcástico y muchas veces descarnado a la hora de dar opiniones. Pero en este caso, me parece que hemos llegado a niveles insospechados de indolencia. Si bien la organización en mención, proclama de que sus objetivos son mostrar al mundo una pedagogía avanzada, de la mano con la vanguardia, y así crear conciencia sobre la importancia de tener una vida saludable, la cual debemos ejercer en pleno siglo XXI; no se justifica que cuerpos humanos que en otro tiempo tuvieron una identidad, y que además fueron personas que cumplieron deberes y gozaron de derechos, o que probablemente tuvieron hijos y ciertamente progenitores; estén en una vitrina satisfaciendo necesidades de todo tipo (mera curiosidad, clases de anatomía, morbo, comercio, figuración, etc.) Así como mencioné en líneas anteriores, fueron personas que donaron sus cuerpos estando en vida; ¿A quién lo donaron? Y ¿Cómo los adquirió la Organización? Son preguntas que quedan no resueltas…pero de lo que sí estoy seguro, es que en un futuro lejano no quisiera que los restos mortales de mis hijos o de mis futuros nietos sean exhibidos en alguna exposición en favor de la educación o de lo que fuera. Pues, todas las personas, una vez desaparecidas, simplemente por una cuestión de ética social, merecen un respeto permanente, el cual se está dejando de ejercer en forma colectiva, porque en su lugar, vivimos en una sociedad cada vez más violenta, al igual que tantos lugares del planeta.
Por otro lado, mencionar el tema del supuesto pulmón robado, quizá eche más leña al fuego. Por eso; de lo que debemos de estar seguros todos los peruanos, es que el Perú es más grande que todos sus problemas, y que cualquier desafortunada maniobra, que ose mancillar su buena imagen ganada en el exterior.
Finalmente, es exigible que las autoridades pertinentes, investiguen de la manera más competente y objetiva el bochornoso suceso, y si se corrobora que la tal Susan Hoefken fue responsable de haber orquestado el mencionado robo, tendría que ser acusada penalmente por el delito de falsedad genérica, y hasta por traición a la patria, para qué así, deba pagar caro su inescrupulosa infamia en contra de la imagen del Perú, únicamente con la cárcel.