Doña Valentina Barrionuevo agasajando a sus invitados en el Callejón del Buque en la decáda del 50. |
De seguro que muchos jóvenes, y también algunos maduritos, se estarán preparando para las fiestas de Halloween, las cuales se celebrarán mañana 31 de octubre. Y lo más curioso, es que la gente se dedica a disfrazarse para ir a rumbear y los más pequeños lo hacen para pedir sus infaltables caramelos. Todos ellos, en su mayoría celebran el Halloween sin saber siquiera que no es una tradición norteamericana. Pues, los orígenes de dicha celebración se remontan a tierras Celtas, alrededor de hace unos 3000 años. Y consistía en reconocer la noche del fin del verano (“Samhain”), en donde rendían tributo a sus parientes desaparecidos y a sus antepasados.
Pero, dejemos de lado el Halloween para la gente que quiera seguirlo. Y ocupémonos del Día de la Canción Criolla, una fiesta que efectivamente rinde homenaje a los próceres del criollismo, pues, el presidente Prado no pudo ser más acertado en promulgar en pleno Barrios Altos, el “Día Central del Criollismo” (18 de octubre de 1944). Pero por motivos religiosos, en vista que se cruzaba con la Procesión del Señor de los Milagros, tuvo que trasladarse al último día del mes de octubre, y así nació el Día de la Canción Criolla.
Paradójicamente un día como hoy, falleció el ilustre poeta y periodista tacneño, Federico Barreto (Tacna, 1862-Marsella, 1929). El “Cantor del Cautiverio” seudónimo con el cual era conocido. Él fue un acérrimo patriota en plena ocupación chilena, ejerciendo un periodismo contestatario frente a las autoridades chilenas. Pero no pudo ser más cautivador que su poesía, influenciada en primer término, por la corriente del romanticismo; y luego en una segunda etapa, sus versos de amor fueron más reales, basados en personajes de carne y hueso que trasmitían su lado pasional, vislumbrando allí la influencia del modernismo. Precisamente, el gran compositor piurano Rafael Otero, le puso la música a su soneto “Ultimo Ruego” convirtiéndose a partir de allí, en el famoso e internacional vals “Ódiame”. Al igual que el vals “Aurora”, cuya letra basada en el soneto “Jaspe” también de Barreto, fue musicalizada por Nemesio Urbina Castañeda (1966).
Pero, al igual que “El Cantor del Cautiverio”, un día como hoy a los 71 años, también se nos fue, una de “las Seis Grandes de la Canción Criolla”, la gran intérprete de la danza criolla, Eloísa Angulo (1919-1991), también llamada “La Criollita”, porque en sus inicios conformó con Margarita Cerdeña el dúo Las Criollitas.
Del barrio de La Victoria, ella, nació precisamente un día como mañana 31 de octubre, como si fuera un aleccionador presagio, para que nunca la olvidemos en el Día de la Canción Criolla.
Invoco así, a todos los que alguna vez tuvieron encerrona y festejaron en: la famosa peña “La Palizada” (1,900), el Centro Musical “Carlos A. saco” (1935) de la plaza Buenos Aires, o en el centro Musical “Felipe Pinglo” (1936), en la peña Karamanduka (1950), en el Callejón del Buque (1955) y luego en "La Valentina", en “El Chalán”, “El Tondero”, en “La Casa de Edith”, en “La Palizada” de los ochenta, en la Saycope del Rímac; en el lujoso “Korikancha” del Sheraton, en la peña Sachún, en el Eslabón, en el Rompe y Raja, en Don Porfirio, en “La Estación”, y en “La Oficina”; a todos los que en tiempos pasados y aún actualmente siguen y escuchan la música criolla; invoco, vuelvo a repetir; a que inculquen a las nuevas generaciones, y que además no renuncien jamás a ella. Al igual que Juan Manuel Carrera del Corral (Lima, 1904-Lima, 1959), el verdadero gestor de esa inolvidable Resolución Suprema (18/10/44). Gran soñador, que nunca desfalleció para que ese sueño logre la realidad de tener un día de homenaje a la canción criolla, todos los 31 de octubre.
JASPE (Soneto)
Autor: Federico Barreto
Me has entregado, ingrata, al abandono,
y yo que tanto y tanto te he querido,
ni tu negra traición hecho al olvido
ni disculpo tu error…ni te perdono.
No intentes, pues, recuperar el trono
que en mi pecho tuviste, y has perdido,
en el fondo del alma me has herido,
y en el fondo del alma está mi encono.
Yo no podría, es cierto, aunque quisiera,
castigar como debo tu falsía;
más, la mano de Dios es justiciera.
¡Castígala!, Señor, con energía;
que sufra mucho, pero que no muera…
¡Mira que yo la adoro todavía!