sábado, 15 de enero de 2011

LA BATALLA DE MIRAFLORES



Reducto Nº 1 de Miraflores en 1881


Miraflores es un barrio bien, que alberga a ciudadanos creativos y exigentes con sus autoridades, y afortunadamente, esas mismas autoridades se ponen al servicio de ellos para poder brindarles hermosos parques, lindas fuentes de agua, y zonas comerciales, turísticas y recreativas que hoy son el deleite de vecinos limeños que vienen de diferentes distritos. Deberíamos preguntarnos entonces; ¿Miraflores siempre fue así?

Por supuesto que sí. En el siglo XIX, Miraflores ostentaba ya su lindo barrio en el que vivían connotados ciudadanos ilustres, entre académicos, doctores, intelectuales y algunos diplomáticos. Pero lo que ocurrió el 15 de enero de 1881, fue el suceso más funesto y sangriento de la historia del distrito. Se trata de “La batalla de Miraflores” que en el marco de la guerra del pacifico, se volvían a enfrentar peruanos y chilenos, luego de la derrota de la batalla de San Juan.

Así empezó, alrededor de las 14.30 horas; y en el colmo de la deslealtad e incumplimiento de los acuerdos, un día antes, el 14 de enero, las comandancias de ambos países acordaron negociar un armisticio, para dar cese a toda la sangre derramada anteriormente en San Juan, pero inesperadamente las tropas del general Manuel Baquedano seguirían avanzando para estar preparados ante una eventual batalla. Se dice también que el traidor fue el dictador Nicolás de Piérola, quien era presidente en esos momentos; y aceptó el pedido de tregua de parte de los chilenos para poder darles tiempo, pues la mayoría de las tropas chilenas estaban en sus jolgorios emborrachándose e invadiendo y quemando rancherías y abusando de las mujeres, lo cual los mantenía desunidos y dispersos para poder enfrentar algún ataque. Es allí donde el coronel Andrés A. Cáceres ve oportuno atacar con su batallón de dos mil hombres al desperdigado y ebrio ejército chileno, con el propósito de acabarlos y así ganar la guerra; pero infortunada fue la sorpresa, cuando Cáceres solicitó el permiso para el ataque al dictador Piérola, el cual se lo negó rotundamente, alegando que le había dado su palabra al general Baquedano de no atacar. Naturalmente, luego los chilenos se recuperaron y se olvidaron de la tregua y así empezó el ataque en medio de una confusión de disparos entre ambos bandos.

Según el testimonio de un soldado chileno Justo Abel Rosales el 14 de enero de 1881, narra lo siguiente:

Se corrió en el día la noticia de que el General Baquedano había mandado un parlamentario a Piérola, intimando la rendición de Lima. Cuando todos creíamos que pronto saborearíamos los buenos frutos de la paz, llega el Comandante Bustamante…diciéndoles que íbamos a marchar camino a Lima, donde era preciso pelear hasta vencer o morir. Por eso supimos que la paz solo había sido un sueño…Con el nuevo día vimos que nos habíamos acampado a una cuadra del pueblo de Barrancas. Desde temprano los soldados de todos los cuerpos inundaron el pueblo completamente deshabitado, y lo saquearon…Se anunció la vuelta del tren que había pasado a Chorrillos. Ignorábamos el resultado de las conferencias habidas con el General en Jefe. Detrás del tren desfiló inmediatamente la artillería y este hecho me hizo suponer que no habrá paz.





Chile era superior en artillería y en soldados, pues contaba con 12,000 a 13,000 efectivos, 80 cañones y 8 ametralladoras, además del apoyo de los buques navales Blanco Encalada, Huáscar (despojado a los peruanos) y el Cochrane, listos para el bombardeo desde las costas limeñas. A diferencia de los 6,000 efectivos peruanos, más 6,000 en calidad de reserva, 19 cañones y 8 ametralladoras, organizados en 9 Reductos, los cuales se organizaron en tres sectores: Andrés A Cáceres al mando de la derecha, Belisario Suarez al centro y justo Pastor Dávila en la izquierda, en la batalla solo entrarían en combate los sectores derecho y centro al mando del Coronel Cáceres y Suarez.

Luego de algunas horas alrededor de las 19.00, se produjo la derrota en los reductos de Miraflores, pero los civiles peruanos valerosamente se atrincheraron en sus casas armando barricadas impidiendo el paso chileno, incluso con minas que iban explotando logrando algunas bajas chilenas, pero ya nada se pudo hacer. Miraflores al igual que Barranco y Chorrillos fue incendiado y saqueado por la tropa chilena, y los heridos peruanos fueron “repasados”. El traidor de Piérola luego de su inacción al disolver en plena batalla al ejército peruano, enviándolos a internar sus fusiles en el cuartel Santa Catalina, no tuvo más remedio que replegarse hacia Lima, para luego huir hacia la Sierra. Inexplicablemente hoy en la ciudad capitalina existen calles y avenidas que llevan su indigno nombre.

No obstante, la colonia italiana defendió con su vida la defensa de Miraflores, al igual que muchos ciudadanos y profesionales miraflorinos, incluso, muchos jóvenes estudiantes voluntariamente integraron la cruel lucha para defender valerosamente su patria.

Por eso, estimado lector, en el momento en que usted transite por las arterias de Lima, cerca a Larcomar, al hotel Marriot o alrededores, no dude en respirar profundo y recuerde que alguna vez allí, hace más de un siglo cientos de héroes civiles ofrendaron su vida por Miraflores y más aún por su país.

Entonces, impertinentemente hoy me atrevo a preguntar a los que se amanecen en Gótica, en los bares cubanos, en la calle de las pizzas, en los Casinos. A los Skater del malecón, a los bikers, a los surfers de la bahía, a los del parque Kennedy, a los exquisitos comensales de los restaurantes gourmet, a los que paran en el Haití, etc. ¿Se atreverían a defender Miraflores o su país, con su propia vida en caso de un conflicto bélico? Creo que la respuesta la tienen los sociólogos y antropólogos…



sábado, 1 de enero de 2011

HISTORIA DE UN PERIÓDICO: EL MERCURIO PERUANO



Primer número del bisemanario El Mercurio Peruano en 1791



El primer diario aparecido en el Perú fue el “Diario de Lima” el 1º de octubre de 1790, y lo fundó el joven militar español Jaime Bausate y Meza, no bien había pisado nuestras tierras, advirtió la necesidad de publicar los temas locales del momento con algunas colaboraciones de diferentes médicos del medio. Todo ello con la autorización del Virrey del Perú, Francisco Gil de Taboada y Lemos. Pero lo más peculiar de su publicación viene a ser la rigurosidad en el tratamiento de los temas de medicina, ya que en esa época existía gran popularidad hacia los temas y costumbres curanderiles que se ejercían día a día.

Quizá por una razón de competencia, a los tres meses de haberse impreso el “Diario de Lima”, hubo una contestación de los ilustrados e intelectuales locales, y salió por primera vez El Mercurio Peruano el 1º de enero de 1791. El grupo conformado por jóvenes intelectuales que un año anterior habían formado la “Sociedad Académica de Amantes del País” estaba integrado por el milanés Joseph Rossi y Rubí quien fue el fundador, Demetrio Guasque, José María Egaña, Jacinto Calero y Moreyra, el abogado y precursor José Baquíjano y Carrillo y el joven médico Hipólito Unanue.

Estos “Amantes del País” decidieron reflejar en el papel impreso los temas de sus tertulias patrióticas, científicas e idealistas, y así nació el periódico, cuyo real nombre fue “el Mercurio Peruano de Historia, Literatura y Noticias Públicas. El bisemanario muy rápidamente fue ganando muchos suscriptores (en México, Guayaquil, Santiago de Chile, La Paz y Buenos Aires) llegando en su mejor momento a 398, lo cual hacia más dura la competencia con el Diario de Lima, pues al poco tiempo (12 de junio de 1791) el español Fray Antonio Olavarrieta creó el “Semanario Critico”, que luego desaparecería con la edición 16.

Así, lo más resaltante de esta publicación, al margen de ilustrar a su por entonces sociedad, de temas médicos, de investigación, de economía, historia y geografía, que por cierto en su momento tocó el tema del Fenómeno del Niño informando sobre las lluvias e inundaciones que asolaron los pueblos de Lambayeque y Chiclayo en el mes de marzo de 1791. Si bien el diario de Lima informó sobre los acontecimientos naturales de un modo informativo; el Mercurio Peruano lo publica en el número 62, folios 253-263 de fecha 7 de agosto, como una explicación para interpretar las “Octavas sobre las Ruinas de Lambayeque” (cincuenta en general) que escribió uno de los miembros de la Academia Poética. Género que posteriormente fue admirado por Raúl Porras Barrenechea, al reconocer que ese verso es propio de la historia colonial “artísticamente prendada del detalle curioso y de la forma barroca”.

Al margen de ello, el Mercurio Peruano quiso instaurar ideas nuevas, a iniciativas de jóvenes pensadores que lograron integrar las ideologías contemporáneas tradicionales de la colonia, con el liberalismo emergente. Se buscaba una conciencia nacional basada en un patriotismo ideológico, que deje muy en claro al virreinato español la concepción del Perú como patria con mística y sentimiento. Pues aún estaba fresca la herida de la heroica rebelión tupamarista de 1780 que no logró salir airosa y que a causa de ello el “pueblo de los indios” quedaría relegado para los planes del Perú. Posteriormente esa búsqueda de identidad, influyó notablemente en las mentes de los criollos y consolidó su condición de peruanos.

Si bien el Mercurio Peruano tuvo un importante papel en el proceso emancipador, pues su posición con respecto a la Revolución Francesa fue identificadora en un primer momento; posteriormente, luego de algunos análisis, algunos investigadores han llegado a la conclusión de que los principios de igualdad y la búsqueda de la libertad, solo serían exclusividad entre ellos, los criollos, y no habría lugar para los indios y los negros que por ser distintos quedarían excluidos.





Esclavos tocando musica en el siglo XVIII

El Mercurio Peruano editó su último y decimosegundo numero el 31 de agosto de 1794. Y se dice que fue perdiendo la calidad de sus artículos e informes al recibir colaboraciones externas que carecían de credibilidad y valor, todo ello porque ya no se podía remunerar a sus articulistas principales a causa de la deserción en las suscripciones que por cierto era muy costoso para la época (14 reales mensuales) monto que apenas estaba al alcance de los más acomodados. Tendríamos que preguntarnos entonces ¿La ilustración, la cultura y la información, solo están al alcance de los más poderosos? Creo que la respuesta siempre ha estado entre nosotros.

De todas formas estas publicaciones sirvieron de motor para impulsar nuevos proyectos en las siguientes décadas; de allí que luego aparecieron “La Minerva Peruana”, “La Gaceta de Gobierno de Lima”, “El Verdadero Peruano”, y “El Investigador”; muchos de ellos de existencia efímera. Sin embargo el 4 de mayo de 1839 apareció por primera vez el diario El Comercio; que se ha convertido hasta el día de hoy en el Decano de la prensa nacional.