En este momento probablemente ya esté en el planeta Marte, al menos en espíritu; pues uno de sus deseos fue que cuando él o su aliento se extinguieran, que sus cenizas fueran llevadas y enterradas dentro de una lata de conserva de sopas en un lugar de Marte que tuviese el nombre de Abismo Bradbury, para así llevarse el crédito de ser quizá el primer muerto en llegar tan lejos…
Ray Bradbury notable autor norteamericano, acaba de irse a la otra dimensión, a esa que llamamos “La desconocida” no en vano tuvo que ver con algunos episodios de la famosa serie de misterio y ficción del mismo nombre, creada por Rod Serling y que nos tuvo en vilo por varias temporadas. Su partida; a los 91 años en Los Ángeles, California fue el último martes 05 de junio. Pero su legado literario no caducará nunca, pues ya es de culto, y de lectura obligatoria para los que aún creen en una sociedad mejor, más libre; más humana; y menos racista. Pues, desde niño él sufrió en carne propia la diferencia de las clases, porque su condición tan pobre le privó incluso de ir a la universidad; pero inteligentemente supo atenuar esa incapacidad, porque nunca se detuvo en rebuscar información, que no podría adquirirla en casa. Fue entonces que se dedicó a leer todo cuanto encontrara en las bibliotecas del pueblo, permaneciendo todas las horas posibles, hasta que se durmiese, para emprender al día siguiente lo mismo, no otra cosa que leer y nada más que leer. Además, tampoco supo desaprovechar la amistad de algún acomodador de cine de su barrio que en plena época de oro del séptimo arte; le daba facilidades para espectar las películas de estreno, al igual que el personaje entrañable de la historia de “Cinema Paradiso” Totó, un niño que todo lo quería saber, sobre cine, sobre historias, sobre el amor. Y Bradbury supo encontrarlo, pero en sus pensamientos, en sus ideas socialistas, que buscaban un equilibrio que aún no veía. Es por eso que no tuvo más remedio que plasmarlas en innumerables textos, pues a pesar de su juventud, su memoria tan frágil le jugaba algunas malas pasadas al olvidar muchas de sus inspiradas ideas.
Fue entonces que demostró que un autodidacta podía tentar a las grandes ligas de la literatura; y en un género muy peculiar (fantástico, futurista), que había sido hasta esas épocas tratado muy cautelosamente a excepción de los geniales Julio Verne y H. G. Wells que fueron “adelantados” en su contexto.
Así salió a la palestra en 1945 por la editorial Doubleday & Company el libro de relatos fantásticos y futuristas “Crónicas marcianas” que narran las peripecias de un grupo de terrícolas que llegan al planeta Marte para contaminarlo de sus taras conductuales hasta extinguir a los marcianos. Empleando en algunos de ellos, discursos poéticos y hasta desesperanzadores de una civilización agonizante que ama la guerra y la división del hombre por el hombre. Dicha publicación tuvo tan arrollador éxito, que sus reediciones no se dejaron esperar, y fue así que en su primera edición en español, otro grande de la literatura contemporánea, un embelesado Jorge Luis Borges se dio el rigor de prologarla.
“Sobre el planeta rojo-que su profecía nos revela como un desierto de vaga arena azul, con ruinas de ciudades ajedrezadas y ocasos amarillos y antiguos barcos para andar por la arena”.
Luego vendría en 1953 la novela de corte “Distópico” Fahrenheit 451, que narra el rol de un gobierno, de ejercer un control social opuesto a lo establecido, como la quema de todo libro impreso que haya en las ciudades, para evitar que sus lecturas hagan más infelices a los ciudadanos. Donde lo más notable e increíble, es que las propias compañías de bomberos eran las que se encargaban de la permanente misión de realizar las quemas de los textos. Definitivamente una sátira a los momentos más infortunados de la historia universal; como la quema de libros en la Alemania Nazi en 1933. Y la “cacería de brujas” que se dio en los Estados Unidos alrededor de 1953, emprendida contra todo aquel que fuera comunista, de parte del Senador Republicano Joseph McCarthy que tuvo la obsesión de que existían miles de infiltrados comunistas soviéticos en Estados Unidos. Paradójicamente, la novela fue inicialmente publicada en episodios dentro una joven revista Playboy, y muchas décadas después, Michael Moore editó un documental con similar título “Fahrenheit 911”, cosa que no le causó la menor gracia a Bradbury.
Aunque él era conocido como el mayor exponente de la ciencia-ficción, prefería que no se le encasillara con algún género especifico, pues pasó de los cuentos, a la novela, guiones de teatro y televisión, hasta pequeños ensayos. Recuerdo que hace un año en una tertulia en el bar del Hotel Maury, hablando con el viejo “cazador de libros” Jorge “Veguita”, por cierto un voraz lector; le pregunté ¿quién sería para él uno de sus escritores favoritos? Y sencillamente me respondió: “Bradbury…no hay otro. Es el genio del cuento”
Amante del pasado y de las épocas tradicionales; pudo fácilmente prescindir de algunos adelantos. Bradbury supo resistirse de algunos signos de la tecnología, Pues, no era muy asiduo al internet. Alguna vez dijo que le llamaron de la firma Yahoo para proponerle colgar en el internet una de sus novelas; y sencillamente les mandó al infierno, porque siempre consideró que los libros electrónicos nunca fueron, ni serán libros, por lo que concluía: ¡Que quemen la red en lugar de quemar libros! Además nunca obtuvo licencia de conducir, pues no le interesaron los coches, desde que era muy joven, por eso solo se transportaba en bicicleta o en patines, porque consideraba que las maquinas no eran las peligrosas, sino más bien los propios hombres que eran los que jugaban mal con ellas.
Quizá una humanidad ideal en la mente prodigiosa del poeta, era la que trascendería a otros sistemas planetarios, tal como intentó plasmarlo en sus crónicas marcianas, con la diferencia que en aquellos relatos intentó una colonización algo depredadora, enfatizando de esa manera la inevitable inherencia que tiene el ser humano con el poder.
A continuación, algunas de sus más provocadoras frases que caracterizaron su personalidad:
- Pasé tres días a la semana durante 10 años educándome en la biblioteca pública, y es mejor que el colegio. Las personas deberían educarse a sí mismas; una educación completa sin dinero de por medio. Al final de esos 10 años, leí cada libro de la biblioteca y escribí miles de historias.
- Toca un científico y tocarás un niño.
- Un libro es un arma cargada.
- Hay solo dos cosas con las que uno se puede acostar: una persona y un libro.
- Sin bibliotecas, ¿qué nos quedaría?; no tendríamos pasado ni futuro.
- Hay peores cosas que quemar libros, una de ellas es no leerlos.
- Sólo podemos progresar y desarrollarnos si admitimos que no somos perfectos y vivimos de acuerdo con esta verdad.
- Tienes que saber cómo aceptar el rechazo y rechazar la aceptación.
- Si escondes tu ignorancia, nadie te molestará, pero nunca aprenderás.
- No intento describir el futuro. Intento prevenirlo.
- No pienses. Pensar es el enemigo de la creatividad. Es auto consciente, y cualquier cosa auto consciente es terrible. No debes intentar hacer cosas. Simplemente debes hacerlas.
- La vida termina como el resplandor de un film, una chispa en la pantalla.
- La divagación es el alma del ingenio.
- Somos el milagro de la fuerza y la materia convirtiéndose a sí mismas en imaginación y voluntad.
- La ciencia ficción te balancea en el acantilado. La fantasía te empuja
- La biblioteca, por otro lado, no tiene límites. La información está ahí para que la interpretes. No hay nadie que te diga que pensar, que te diga si eres bueno o no. Lo descubres por ti mismo.
- Los misterios abundan donde la mayoría busca respuestas.
- El amor es la respuesta a todo. Es la única razón para hacerlo todo. Si no escribes historias que amas, nunca funcionará. Si no escribes historias que otras personas aman, nunca funcionará.
- Mi trabajo es ayudarte a estar enamorado.
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