¿En qué momento se jodió la
televisión? Parafraseo algo semejante a lo que se preguntó nuestro Nobel Mario Vargas
Llosa sobre el Perú, hace 43 años en su novela “Conversación en la Catedral”.
Hoy ya no deseo ver
televisión. Y lo digo en serio, porque muchos conocidos, amigos o parientes que
se acreditan de “pensantes” proclaman a voces: ¡No, que va! Yo nunca vi televisión.
Eso es para los ignorantes, me dicen. A diferencia mío, que sí reconozco que
antes me gustaba la televisión, y que me enganchaba con muchas de sus series, y
de sus ciclos de cine, y programas concursos, recuerdo “La Pregunta de los Quinientos
Mil Reales” y “Lo Que Vale El Saber” con Pablo de Madalengoitia, y hasta “El
Cielo es el Límite” de un joven Ricardo Belmont aún no quemado. Y qué decir de
aquellos noticiarios y programas políticos, como el Pulso del genio Alfonso Tealdo,
y luego un “Contacto Directo” de un joven y agudo Alfredo Barrenechea,
felizmente no existía aún “En persona” del dizque vocero de la verdad César
Hildebandt.
Y ahora cuando hago
“zapping” en la señal abierta (no hablo del Cable porque es hablar de otra
flora y fauna) ¿Qué veo en mi liviano LED de 42”? que nada tiene que hacer con
mi otrora TELEFUNKEN de 21” que aparte de pesar cincuenta kilos, pesaba
realmente por su “contenido”.
Solo eso. Noticias y enlaces
infames, mediáticos, faranduleros y tendenciosos. Un Presidente de la República
que prometió un “cambio” y luego de ser elegido se plegó al sistema “exclusivo”. Un Primer Ministro simbólico
que es monitoreado por la verdadera “Premier” Nadine Heredia. Una alcaldesa que
cuando “queman las papas” en “La Parada” (una mafia de arrendadores de puestos
comerciales que no desean dejar la marmaja), se va de viaje a solucionar
primero sus problemas personales en vez de los problemas comunales. Y que
además deberá afrontar una inquisidora campaña de “Revocatoria”, que de darse,
le saldría cara a la comunidad limeña, en tiempo, dinero y productividad. Un Ex
-Presidente que pretende un indulto, pero que ni siquiera se ha dignado a
firmarlo (la solicitud). Una madre “pituca” que interna a su hija en un centro
de rehabilitación para que le curen de su “enfermedad” padecer de lesbianismo.
Otra chica “bien” que fue sentenciada
por delito de parricidio a treinta años de pena privativa solo por pruebas
“indiciarias”, obedeciendo a la simple presión mediática de una prensa que
abrió todas sus puertas a un “hermano” frio, calculador e implacable con ella. Una
exposición de arte miraflorino considerado “sacrílego” y que ha organizado a un
vasto grupo de religiosas para detener tal “pecado”. Un joven “acomodado” y
“borracho” que embistió y mató a un taxista con su vehículo, y que arrojó luego
de su respectivo dosaje etílico, 1.6 grados de alcohol, y cuya jueza que ve el
caso “prevaricadoramente” le da mandato de comparecencia, en lugar de enviarlo
a un penal.
Y qué decir de los programas
vespertinos. Son algo así como concursos de “chapes” y “aparres” sexuales, más
que sensuales, en que los “culitos”
túrgidos de las participantes hacen el deleite de los más erotómanos
espectadores. Algo parecido se emite a la noche, en una casa habitada por los
seguidores de “eros” hombres y mujeres que juegan al encuentro más íntimo para
encontrar sus supuestos secretos.
Son noticias y programas que
venden y hacen rating, y que nos excitan a muchos de nosotros, y que hacen que
no nos despeguemos de nuestra pantalla televisiva (algunos prefieren las redes
sociales en su portátil). ¿Pero qué hay de las noticias o hechos culturales, o
anti-culturales? ¿Acaso se ha emitido por la televisión la noticia de la
reciente apertura de una nueva tienda Ripley allí en el jirón de la Unión?,
nada menos que en el predio del emblemático patrimonio artístico y
arquitectónico el “Palais Concert”. Pues no. Pese a las irregularidades habidas
en el proceso de su refacción y “demolición”. Y en este momento, ¿acaso los
programas noticiarios están informando sobre el inminente cierre y desalojo de
la ya establecida y posicionada “Casa de la Literatura Peruana”? solo para
reubicar en el mismo recinto, nada menos que a la ya cuestionada PCM (Presidencia del Consejo de Ministros). No pues, eso no se
difunde porque seguro que no le interesa a nadie, aunque en breve ya se dará
una vigilia de parte de grupos de “intelectuales” en protesta de la insólita
decisión.
Felizmente existe un canal 7,
con señal del Estado, y que hoy se llama TV Perú. Aunque cambia de nombre con
el gobierno de turno. Pero que paradójicamente presenta la mejor programación
habida y por haber, con programas culturales, turísticos, y de actualidad que
solo se proponen difundir lo mejor de nosotros y de nuestras raíces, y nuestro
Perú.
Todo lo variopinto y de
contenido controvertido que escribí líneas arriba; se ve por televisión, y
aunque nos rasguemos las vestiduras, echándole la culpa y lanzándole
responsabilidades a los broadcaster, productores, congresistas, y autoridades
en general; nosotros (la colectividad, y/o opinión pública) somos en gran parte los responsables de estas
pobres emisiones, noticias, hechos, delitos, gestiones, etc. solo por el hecho
de permitirlo. No olvidemos esa famosa frase atribuida al gran estadista inglés
Winston Churchill que decía: “Cada pueblo
tiene a los gobernantes que se
merece”…y en este contexto podríamos modificarlo diciendo: “Cada televidente tiene a los líderes de
opinión que se merece”.