miércoles, 31 de octubre de 2012

TRICICLO TELEVISIVO








¿En qué momento se jodió la televisión? Parafraseo algo semejante a lo que se preguntó nuestro Nobel Mario Vargas Llosa sobre el Perú, hace 43 años en su novela “Conversación en la Catedral”.

Hoy ya no deseo ver televisión. Y lo digo en serio, porque muchos conocidos, amigos o parientes que se acreditan de “pensantes” proclaman a voces: ¡No, que va! Yo nunca vi televisión. Eso es para los ignorantes, me dicen. A diferencia mío, que sí reconozco que antes me gustaba la televisión, y que me enganchaba con muchas de sus series, y de sus ciclos de cine, y programas concursos, recuerdo “La Pregunta de los Quinientos Mil Reales” y “Lo Que Vale El Saber” con Pablo de Madalengoitia, y hasta “El Cielo es el Límite” de un joven Ricardo Belmont aún no quemado. Y qué decir de aquellos noticiarios y programas políticos, como el Pulso del genio Alfonso Tealdo, y luego un “Contacto Directo” de un joven y agudo Alfredo Barrenechea, felizmente no existía aún “En persona” del dizque vocero de la verdad César Hildebandt.

Y ahora cuando hago “zapping” en la señal abierta (no hablo del Cable porque es hablar de otra flora y fauna) ¿Qué veo en mi liviano LED de 42”? que nada tiene que hacer con mi otrora TELEFUNKEN de 21” que aparte de pesar cincuenta kilos, pesaba realmente por su “contenido”.
Solo eso. Noticias y enlaces infames, mediáticos, faranduleros y tendenciosos. Un Presidente de la República que prometió un “cambio” y luego de ser elegido se plegó al sistema “exclusivo”. Un Primer Ministro simbólico que es monitoreado por la verdadera “Premier” Nadine Heredia. Una alcaldesa que cuando “queman las papas” en “La Parada” (una mafia de arrendadores de puestos comerciales que no desean dejar la marmaja), se va de viaje a solucionar primero sus problemas personales en vez de los problemas comunales. Y que además deberá afrontar una inquisidora campaña de “Revocatoria”, que de darse, le saldría cara a la comunidad limeña, en tiempo, dinero y productividad. Un Ex -Presidente que pretende un indulto, pero que ni siquiera se ha dignado a firmarlo (la solicitud). Una madre “pituca” que interna a su hija en un centro de rehabilitación para que le curen de su “enfermedad” padecer de lesbianismo. Otra chica “bien” que fue sentenciada por delito de parricidio a treinta años de pena privativa solo por pruebas “indiciarias”, obedeciendo a la simple presión mediática de una prensa que abrió todas sus puertas a un “hermano” frio, calculador e implacable con ella. Una exposición de arte miraflorino considerado “sacrílego” y que ha organizado a un vasto grupo de religiosas para detener tal “pecado”. Un joven “acomodado” y “borracho” que embistió y mató a un taxista con su vehículo, y que arrojó luego de su respectivo dosaje etílico, 1.6 grados de alcohol, y cuya jueza que ve el caso “prevaricadoramente” le da mandato de comparecencia, en lugar de enviarlo a un penal.

Y qué decir de los programas vespertinos. Son algo así como concursos de “chapes” y “aparres” sexuales, más que sensuales, en que los “culitos” túrgidos de las participantes hacen el deleite de los más erotómanos espectadores. Algo parecido se emite a la noche, en una casa habitada por los seguidores de “eros” hombres y mujeres que juegan al encuentro más íntimo para encontrar sus supuestos secretos.

Son noticias y programas que venden y hacen rating, y que nos excitan a muchos de nosotros, y que hacen que no nos despeguemos de nuestra pantalla televisiva (algunos prefieren las redes sociales en su portátil). ¿Pero qué hay de las noticias o hechos culturales, o anti-culturales? ¿Acaso se ha emitido por la televisión la noticia de la reciente apertura de una nueva tienda Ripley allí en el jirón de la Unión?, nada menos que en el predio del emblemático patrimonio artístico y arquitectónico el “Palais Concert”. Pues no. Pese a las irregularidades habidas en el proceso de su refacción y “demolición”. Y en este momento, ¿acaso los programas noticiarios están informando sobre el inminente cierre y desalojo de la ya establecida y posicionada “Casa de la Literatura Peruana”? solo para reubicar en el mismo recinto, nada menos que a la ya cuestionada    PCM (Presidencia del  Consejo de Ministros). No pues, eso no se difunde porque seguro que no le interesa a nadie, aunque en breve ya se dará una vigilia de parte de grupos de “intelectuales” en protesta de la insólita decisión.   

Felizmente existe un canal 7, con señal del Estado, y que hoy se llama TV Perú. Aunque cambia de nombre con el gobierno de turno. Pero que paradójicamente presenta la mejor programación habida y por haber, con programas culturales, turísticos, y de actualidad que solo se proponen difundir lo mejor de nosotros y de nuestras raíces, y nuestro Perú.
Todo lo variopinto y de contenido controvertido que escribí líneas arriba; se ve por televisión, y aunque nos rasguemos las vestiduras, echándole la culpa y lanzándole responsabilidades a los broadcaster, productores, congresistas, y autoridades en general; nosotros (la colectividad, y/o opinión pública)  somos en gran parte los responsables de estas pobres emisiones, noticias, hechos, delitos, gestiones, etc. solo por el hecho de permitirlo. No olvidemos esa famosa frase atribuida al gran estadista inglés Winston Churchill que decía: “Cada pueblo tiene a los gobernantes que se merece”…y en este contexto podríamos modificarlo diciendo: “Cada televidente tiene a los líderes de opinión que se merece”.