Comencé
a morir el cinco de marzo. Yo nací un cinco de marzo, y eso es estrictamente cierto,
porque todo el mundo empieza a morir el día de su nacimiento. Te imaginas si es
que fuéramos eternos; qué aburrimiento.
Por
un instante, al oírle hablar así, me acordé que Jorge “Veguita” el librero más
querido de Lima, que hoy no respira más el aire turbio de este mundo, decía:
“La eternidad debe ser más aburrida que la puta madre”
José
Rosas Ribeyro piensa lo mismo al decir eso, y al escribirlo en su poemario
“Contemplaciones” (Apuntes de un sobreviviente), recientemente presentado a su paso por Lima,
solo nos hace la más pura y esencial revelación de que somos todo y nada, vida
y muerte, y sobre todo, más cuerpo que espíritu, porque eso sí, a la hora de
escribir los versos, necesariamente tendrá que estar en un estado particular.
Luego
de visitar a los amigos dejados en el tiempo limeño, Rosas Ribeyro en el fragor
de la tertulia, nos habló de su pena de muerte que obviamente no se ejecutó, de
su deportación en el gobierno militar de Juan Velasco Alvarado, de su paso por
el movimiento infrarrealista de México, y del bendecido Octavio Paz. Así como
de su amistad con el desaparecido Roberto Bolaño, y su experiencia en la
revista Marka, tanto como la maldición de los Ribeyro…en la que Julio Ramón le
revelaba sus impresiones en algún momento.
-
Háblanos
de tu último poemario Contemplaciones. ¿Por qué, apuntes de un sobreviviente?
Porque
como se ve en la foto que puse al comienzo del libro, estoy allí con tres
personajes, Roberto Bolaño, Mario Santiago Papasquiaro y Cuauhtémoc Méndez,
tres de los poetas que eran del movimiento infrarrealista en México, bueno,
Roberto Bolaño chileno, pero formaba parte de ese grupo. Y un día me di cuenta
al ver esa foto, y me digo, pucha Roberto está muerto, Cuauhtémoc está muerto,
y yo soy el único sobreviviente, entonces creo que ahí quedó lo del
sobreviviente. Soy el único sobreviviente de esta amistad con estos tres
cuates. Y después hay otras cosas, pues, soy sobreviviente también de una pena
de muerte que me puso el ejército de Liberación Nacional, por indisciplina,
cuando hacia mi preparación para ser guerrillero, y nunca me fusilaron, pero el
hecho formal es que se me condenó a muerte. Y soy sobreviviente de una
“ahogada” cuando tenía doce años, donde casi me ahogué.
-
En
el poemario también veo que hay prosas que al parecer han estado guardadas para
enfriar a través de tus años, en el que reflexionas sobre la vida, y en
especial reivindicas al “cuerpo” como instrumento de vida.
Yo
parto de la teoría de que toda la literatura es cuerpo. Es decir, que sin
cuerpo no hay literatura, ahora, hay quienes dicen que no. La vez pasada cuando
publiqué la novela País sin nombre, yo decía que una novela no es más que una
confrontación de cuerpos, y no puedo escribir fuera del cuerpo, porque es lo
único que tengo, porque yo no soy creyente, y no creo en espíritus, en las almas,
ni nada; y lo único que tengo en esta vida, y por lo cual estoy vivo; es el
cuerpo, y un día se muere el cuerpo, y desparezco yo. Y estos apuntes son los
apuntes de este cuerpo en diferentes estados, sobre la vida, sobre el cuerpo, y
mucho sobre la muerte, ahora hace un momento me llamó una periodista y me dijo:
oye José, lo acabo de leer, y ¡no te mueras ah! Porque en tu libro hay mucha
muerte.
-
Mucha
muerte pero que está llena de vida
Si
claro, es una muerte llena de vida. Cuando dice: “comencé a morir el cinco de
marzo” yo nací un cinco de marzo, y eso es estrictamente cierto, porque todo el
mundo empieza a morir el día de su nacimiento, y yo tengo la teoría que dice
que cuando hay una mujer que pare, da vida, yo digo que no, que se da muerte. Y
justamente porque tenemos la muerte es que pues, vivimos, sino, te imaginas si
es que fuéramos eternos; qué aburrimiento.
-
¿Eres
un escritor que escribe poesía, o eres un poeta que escribe narrativa? ¿Crees en esas
clasificaciones?
No.
Yo escribo lo que convenga con el momento. La única diferencia que yo haría, es
que quizá al escribir poesía, hay una mayor preocupación por la música, por el
ritmo interno del texto, y de la misma manera que puedo escribir una crónica, o
narrativa directamente, necesito un poco de disciplina y sentarme enfrente de
la computadora, y ya está. Por el contrario, no puedo ser así para escribir
este tipo de texto, y tengo que estar en un estado particular.
-
La
deportación que sufriste en la época del general Velasco Alvarado ¿te hizo un
bien? Pues luego pudiste viajar mucho.
Lo
que no mata engorda, decían los antiguos, y es evidente que es negativo que un
día te cojan del trabajo y te metan en una…y no sabes si te van a matar, y
pasas unos días preso, pues hasta el día de hoy considero que ha sido unos de
los momentos más horribles de mi vida, y si me condenaran a diez o quince años
de prisión, no sé qué hago, me muero, o me suicido, pero yo pasé diez días y fueron
insoportables. Después te echan, y vas a un país, y caes bien, porque es el
país que querías llegar, dónde tenías algunos amigos, etc. entonces finalmente
no hay mal que por bien no venga, porque después te llegan cosas, y sin la
deportación, probablemente nunca hubiera encontrado a esta gente, y mi vida no
hubiera sido igual, y no sé si me hubiera ido a Europa.
-
Los
infrarrealistas de tu época decían que tenían que volarle la tapa de los sesos
a la cultura oficial, y eran contestatarios y algo iconoclastas, ¿Crees que ha
sido un fracaso para los jóvenes poetas y narradores de los sesentas o setentas
que buscaban revertir el sistema desde el punto de vista político?
Desde
el punto de vista político no. Porque desde ese punto de vista, todo ha sido
una desgracia, toda la izquierda de América latina en esa época fue muy bonito,
y nadie te quita lo bailado.
-
Porque
fue una moda.
Y
claro, porque había algo que seguía interesando a los jóvenes, porque había
vida, era intenso, había joda, había calle, había todo. Y eso no está mal, pero
políticamente fue una desgracia, y el resultado es lo que pasa hoy, pero eso no
quiere decir que no haya habido cosas positivas. De hecho, hoy día el mundo
literario peruano no es el mismo que era cuando yo era chico, porque era un
mundo de cuatro gatos, cuatro personas, y nadie entraba a ese mundo. Y ahora se
ha abierto, ahora hay miles de poetas, de todas partes, que vienen de todo
sitio, y en México igual, cuando antes del infrarrealismo, había unos pequeños
grupitos de poetas alrededor de un mandarín, de un papa, Octavio Paz, o fulanito, o sultanito, y se acabó. Y a partir del infrarrealismo, ya era toda
una corriente, toda una serie de jóvenes; yo he ido a México a participar con
dos infrarrealistas en las afueras, en una de esas ciudades enormes y muy
populares, y hay toda una cantidad de
gente que te recibe, ¡pucha los infrarrealistas! Y no sé qué, y todos quieren
escribir, hacen talleres de poesía, y todo el rollo, y eso que decía Lautréamont “La poesía puede
ser hecha por todos” y por eso los recitales de poesía no tienen por qué ser cosa de niños “bien” en sus pequeños salones, sino que
pueden salir a otros lugares.
-
Y
hablando de Octavio Paz, en esa época, ustedes detestaban su imagen, ¿llegaron
a sabotear algún evento de él?
No. Allí hay diferentes cosas, porque yo siempre
he respetado a Octavio Paz, y me parece uno de los más grandes ensayistas de
América latina, y pueden decir lo que sea sobre su posición, pero como
ensayista tiene libros absolutamente fundamentales, y el libro sobre Sor Juana
Inés de La Cruz, es una maravilla absoluta; “Los hijos del Limo” sobre la
poesía contemporánea, o sea, la tradición y la ruptura en la poesía, es
magnífico, y como poeta; nunca me gustó demasiado, salvo sus poemas largos,
tiene unos largos que son bastante buenos. Entonces, yo nunca detesté a Paz,
pero ellos detestaban a Paz porque lo habían sufrido, y lo sufrían en la medida
de que ellos no venían, ni estaban en la mafia, y si no estás en su pequeña
mafia, en fin. Aunque Octavio Paz, yo creo que tenía valores, pero estaba
rodeado de una mafia de mediocres y aduladores, y esos no dejaban entrar a
nadie, y entonces Mario Santiago, alguna vez fue a una lectura de Octavio Paz,
y Paz leía, y entonces él (Santiago) se levanta con sus propios versos y se
pone a leer a gritos al mismo tiempo que Octavio Paz.
-
Era
todo un provocador
Y
por eso lo sacaron a patadas y le rompieron una pierna. Y Bolaño, era menos; él
hablaba mal de Paz y todo, pero también lo admiraba, y cuando se fue a España,
ya comenzó a reivindicar a Paz, etc. El
personaje además tampoco ha sido lo más abominable que hay en el mundo, por
todas partes hay peores que Octavio Paz.
-
¿Algo
muy singular o entrañable que puedas recordar de Roberto Bolaño, en el grupo
que ustedes conformaban?
Mira,
en realidad fue una imagen. Cuando yo llegué, todos eran poetas inéditos, pero
ahí se las había arreglado Roberto para hacer una pequeña publicación, y
entonces sacó una pequeña plaqueta que se llama Reinvención del amor, creo. Y
entonces, vamos a la imprenta, y no puedo olvidarme la escena cuando sale de
allí con sus plaquetas en la mano saltando como un niño, y me agarra de los
brazos, y allí me escribe una dedicatoria, pues yo tengo un ejemplar de
reinventando el amor con un texto de él muy extraño que se pone a escribir, y algún
día lo publicaré, y no es exactamente una dedicatoria para fulanito de tal, pues,
él se puso a escribir un texto así raro sobre mí, y eso no lo olvidaré porque
parece ahí un niño, y estaba tan feliz, y allí me di cuenta de la diferencia
que había entre Roberto Bolaño y este
otro Mario Santiago. Roberto Bolaño empezaba una carrera literaria, y la
rebeldía, y la oposición a todo; era para hacer una carrera literaria, y el
otro, Mario Santiago, también era la rebeldía,
pero para autodestruirse.
-
Bolaño
se fue a Europa y le fue muy bien
Sí,
además siempre quiso publicar, mientras que el otro no quería publicar, no
quería hacer nada, casi lo forzaban, y se perdían los poemas.
-
Hablando
de las anécdotas que nos cuentas, ¿tienes un diario personal?
Así
es, desde 1977 tengo un diario. Cuando llegué a París, y estaba jodido, éste me
permitió sobrevivir porque me daba cierta distancia frente a las cosas, porque
estaba muy deprimido, de repente yo creí que sabía el francés, y no entendía nada,
y entonces este diario comenzó a volverse una especie de manía, y eso es lo que
necesitas, plasmar allí, y en el fondo un diario es un poco absurdo, porque es
como reproducir la vida en el papel. Pero para mi ha sido fundamental para
poder existir, y sigue ahí, aumentando el volumen. Preparé también dos
volúmenes como para publicarlos, corrigiéndolos, etc., porque hay ciertas
normas frente a un diario, no se puede traicionar por ejemplo, corregir todo, y
si dijiste fulano de tal es una mierda, y después dices, no era tan mierda,
pero pones fulano de tal es formidable; y eso es traicionar, y no se puede
hacer eso, porque si antes lo pusiste, y después diez años después ya no lo
crees, pero tiene que aparecer que fulano es una mierda, sino no tiene sentido.
Por eso que en el diario de Ribeyro dice que yo soy una mierda, en algún
momento “este sobrino es un cabrón”, y Oscar Málaga también dice horrores. Y el
diario es eso, pero yo quisiera publicarlo, pero ¿quién me publica un diario?
-
Pero,
Ribeyro lo hizo.
Sí,
claro. Ha publicado tres, y son once volúmenes de diario inéditos que están
atracados, y no se pueden publicar, porque la familia se opone, la mujer sobre
todo.
-
Como
no lo hizo la María Kodama viuda de Borges.
Se
supone que no lo tiene ni la mujer, ni el hijo, porque si no lo queman. Y a mí
me dijo Julio Ramón, que se lo había encargado a una persona.
-
Y la
experiencia de Estación Reunida, ¿crees que marcó el quehacer literario de los
setentas?
Ahora
si nos fuimos a la prehistoria (risas). Bueno, allí publicó por primera vez
José Watanabe, y hoy Watanabe es un poeta muy reconocido, también lo hizo Tulio
Mora, que también es más o menos reconocido, publicó Elqui Burgos, entre otros.
En ese sentido sirvió para algo, y yo impulso a lo que llamo el segundo aliento
de la generación del 68, porque yo no creo en eso de que haya generación del 60
y 70, sino un solo grupo como el del 68, más o menos como ha hecho Flores
Galindo para la historia, y las ciencias sociales. Él habla de una generación del 68, y no veo
por qué ese tema no sería aplicable a la literatura, porque es exactamente lo
mismo. Entonces hubo el grupo de Heraud, Cisneros, y Hernández, y allí viene
una nueva ola, y en esa ola sale primero Estación Reunida. El problema es que
Estación Reunida no quiere ser grupo, y casi se diluye, y entonces viene Hora
Zero, y ellos se llevan las banderas, porque si hacen grupo, y se ponen
parricidas, nosotros (Estación Reunida) nunca quisimos ser parricidas con
nadie.
-
Hicieron
mucho ruido entonces.
Sí,
claro. Y nosotros no hicimos ruido, porque nuestra intención era otra, Estación
Reunida era mucho más política además, por algo estaba financiada por Cuba.
-
¿Y
tu paso por la revista Marka? Te causó los problemas que
ya todos sabemos.
Sí.
Era un lío también todo eso. Yo llegué a
la revista Marka porque me llevó Leoncio Bueno, y Jorge Flores Lama, un
ingeniero buena gente que era el que la dirigía, era muy amigo de Leoncio.
-
Que
hoy increíblemente recibe una pensión de algo de 250 soles.
Increíble
eso con Leoncio. Entonces Flores Lama, le dijo a Leoncio que se encargara de la
sección de cultura, y éste salió con que era un obrero, y que no es así. Y algo
de cierto tiene eso, y al mismo tiempo es un excelente poeta. Entonces Leoncio
le dice a Flores Lama, --yo te voy a traer a alguien—entonces me busca y me
dice –José, tú eres el hombre—eres un jodido para esto—entonces me lleva, y
Jorge Flores lo que dijera Leoncio lo aceptaba, porque le tenía una adoración.
Y así entré yo a trabajar ahí, como un pelo que cae en la sopa, con gente que
nunca había visto, como Humberto Campodónico, que era el que ponía la plata,
que tenía estas ediciones Horizonte, y entonces comenzaron hacerme la vida
imposible, puesto que iba a ser una revista con fuerte presencia de cultura, y
yo tenía la responsabilidad de 4 o 5 páginas, cada quince días, pero tenía que
pelearme para que me dejen una o dos páginas, porque con la política invadían
todo, y faltaba espacio, y como yo era minoritario y había votado en contra en
el consejo de redacción cuando se fundó la revista para escribir el editorial
de fundación, y la mayoría planteó un apoyo crítico al gobierno, y entonces
votaron por el apoyo crítico, y yo voté en contra, y dije critica sí, ¿por qué
vamos a poner apoyo?, critiquemos, y si está mal, no me caso, y nadie me
obliga, y todos trataron de sobrevivir, pero igual los echaron a todos, porque
la deportación les llegó a todos. Yo era muy joven, tenía 25 años, pero fue
bastante difícil, porque cada quince días había unas peleas para tratar de
mantener mi pagina.
-
José
Miguel Oviedo te antologó en “Estos trece”. Dime ¿Cómo se gestó la antología?
Mira,
yo nunca hablé con Oviedo en mi vida, salvo, hace unos años en París que
encontré a un Oviedo viejo que arrastraba los pies, pero en aquella época de la
antología nunca hablé con Oviedo, pero
no sé exactamente como fue, porque Oviedo tuvo esa idea, aunque creo que fue
Mirko Lauer y su gente, pero la idea estaba simpática, y Oviedo no conocía a
nadie, salvo a Abelardo Sánchez León, que era de buena familia, entonces a él
si lo conocía, y quizá a Cillóniz también, y tampoco conocía a los salvajes de
Hora zero, pero sin embargo trabajó con Jorge Pimentel, que era algo increíble.
Y un buen día me llegó la noticia, y mandé los poemas, y luego envió un
cuestionario, y mandé a la mierda diciendo que yo no respondía ese
cuestionario, porque era infantil, y nos trataba como niños, con preguntas ¿cómo
hace usted deporte? -¿tiene algún hobbie?, etc. y algunos respondieron, y Balo Sánchez
León respondió: -sí, yo nado- y quiso hacerlo bien a la americana con esas
preguntas ingenuas, pero yo me negué, de esa gran boludez.
-
Y
hablando de boludeces. En Biarritz, esa ciudad al suroeste de París, te
encontraste con Santiago Roncagliolo, y te dijo que él pensaba que los poetas
sesenteros no eran “folladores” y que Javier Heraud había muerto virgen.
Mira,
él (Santiago) estaba escribiendo un guión para una película sobre Javier
Heraud, y no tenía la menor idea de quién era Heraud. Y él estaba invitado a un
festival de cine, y de cultura latinoamericana, y entonces nos encontramos con
Santiago, a quien yo no conocía particularmente, y al salir nos fuimos a
conversar y a tomar unas cervezas hasta tarde, y entre conversa y conversa, le
pregunto qué estás haciendo ahora, y me dice: estoy haciendo un guión sobre
Javier Heraud, y no tengo ni idea quién es Javier Heraud, pero me han encargado
el guión y he comenzado a averiguar. Y a quién has encontrado- le dije- a
Arturo Corcuera y a Hildebrando Pérez, y le dije: trata de ver a otros también,
porque ahí estás viendo a todos los viudos, pero también anda a ver a Rodolfo
Hinostroza que tiene otra versión, porque él estuvo en Cuba con Javier Heraud; y
admitió que no tenía idea de que Hinostroza había estado en Cuba con Heraud, y
allí me dijo: -oye, yo creo que estos poetas del sesenta no cachaban-
y por qué dices eso le pregunté, -por Heraud- respondió. Y le admití lo que yo
pensaba sinceramente, -mira, yo creo que era homosexual- pero eso no me ha
dicho Corcuera- (insistió Santiago) y le
dije – y si Corcuera sabía que era homosexual, tampoco te lo diría, y menos
Hildebrando- -pero tenía una noviecita- insistía –sí le dije, una noviecita
para ir de la manito, pero no creo que para más. Y la verdad, luego no se qué
fue de ese guión, y si puso algo de esa conversa, que fue un poco extraña.
-
José
tienes un hijo al que le gusta más la matemática que la literatura.
Mira,
él ya tiene dieciocho y sí lee, pero su locura son las matemáticas, y también
ha habido poetas que han sido matemáticos, en Francia hay un gran poeta que es
matemático Jacques Roubaud, y quizá por allí podrá llegar algún día.
-
¿Qué
pasa con la prensa local con respecto a tu nombre, es una maldición llamarse
JRR?
Me
dio una rabia cuando vi eso, y lo puse en el facebook. Y de repente me acordé
cuando un día conversaba con Julio Ramón Ribeyro en París, y hablando de sus ediciones que habían
sido siempre una porquería, y habían salido horribles, llena de errores, y
entonces él me dice: es la maldición de los Ribeyro en la literatura peruana.
-
¿Y
lo has tomado deportivamente que te llamen José Ruiz Rosas?
Sí,
porque dije mi pobre hígado va a sufrir por esto, y creo que sí, es la
maldición de los Ribeyro, porque en verdad somos tres Ribeyro afectados por la
maldición. Uno fue Julio Ramón, que publicó mal, las ediciones llenas de
faltas, incluso hubo edición que hizo Scorza, que fue una desgracia, pues le
faltaban paginas, toda una desgracia. Y yo tuve otro tío que se llamó Eduardo
Ribeyro, que quiso ser cuentista toda su vida, y fracasó rotundamente, y se le
cerraron todas las puertas, era periodista, trabajaba en La Crónica, y publicó
un par de libritos por ahí, que nunca nadie le hizo caso, y se murió hace poco.
El otro día encontré no sé adónde, una
antología de cuentos peruanos, y noté que le habían antologado; si él hubiera
sabido eso, creo que renace, porque el pobre hombre fracasó absolutamente en la
literatura, pues, nunca nadie le hizo caso, y ese es otro Ribeyro, y allí en
esa antología le ponen un cuento. Y el otro Ribeyro pues, soy yo, que me
cambian el nombre, y las cosas que pasan el jueves, la anuncian el viernes, y
así me pasa siempre.
-
¿Qué
opinas de la movida cultural limeña, crees que ha crecido?
Mira,
a mí lo que más me choca de todo esto es que en los años setenta cuando alguien
leía, todos estábamos allí, y nos quedábamos, y había un dialogo. Ahora, haces
una lectura, y no va casi nadie, no va ningún poeta, y si van, escuchan, y
después se mandan a mudar. A mí me llamó mucho la atención eso. Yo participé en
la sala Alcedo, había un festival de poesía, que ya no sé si se hace, donde
estaban invitados cantidad de poetas, y vi que llegaban algunos poetas, y leía
uno, y ya está, y se iba. Y ahí debo reconocer que el único que se quedó para
escuchar a cuatro o cinco poetas, fue Arturo Corcuera. Pero ya no hay un
espíritu pues, y en eso debo reconocerle a Hora zero, porque yo soy amigo de
Hora zero, aunque muchos creen que no, y reconozco cosas que hicieron ellos, de
llenar el auditorio de la Biblioteca Nacional para lectura de poesía, más de
doscientas y tantas personas, que estaban allí, y que venían, y los otros
poetas venían, y estábamos todos, y aquí, y el otro, y nos escuchábamos unos a
los otros, y nos interesaba lo que hacían los otros. Ahora, aquí a nadie le
interesa lo que hace el otro, es una especie de incomunicación; claro que hay
muchos más lugares para la cultura, que en lo que había en el setenta que no
había nada, o casi nada, pero ahora todo el mundo anda incomunicado, es una
especie de individualismo, pero exacerbado, porque yo también soy individualista, pero les falta interés
sobre lo que hacen los demás, y eso es algo que me choca bastante.
-
Sobre
tu próximo proyecto “No recomendado para señoritas” ¿está en gestación?
Eso
sí, está en gestación, por eso va a dejar de ser señorita (risas).
-
¿Y
el erotismo va a jugar un papel importante?
Sí,
hay algunas cosas que son medio eróticas, pero tampoco hay que esperarse que
sea un libro erótico, el titulo es un poco provocador, hay un cuento que se
llama “La hija del diablo” que tiene bastaste erotismo, es una mujer que cuenta
su historia sexual, son relatos en forma de monólogos, algunos, y hay otra
historia: “Salir de pobre” que es una jovenzuela que se casa con un hombre
mayor, y termina matándolo para cobrar su seguro, y cosas así, y están basadas
en historias reales, porque yo no tengo imaginación para escribir cien por
ciento ficción, y en este libro me he basado en historias de mujeres que me
tienen confianza y me cuentan sus historias, y las utilizo para escribirlas.
Por ejemplo, una cosa que publiqué, hice una experiencia que no había hecho
nunca, publiqué una crónica sobre una aventura en Berlín, cuando me metieron
preso en el muro de Berlín, era una historia muy particular, y la publiqué en El hablador, creo que fue mi primera
colaboración allí, en tipo de crónica, contando como pasaron las cosas; y aquí
en el libro, lo transformo en un monólogo, porque ya no soy yo el que narra, la
que narra es la chica de la historia, y se llama “El ponja y la fea” , el
ponja, porque es un antiguo narrador que se llama Toshihico, que es el
personaje; y la fea, que es una peruana que vivía en París, y que estaba
haciendo estudios de germanística, pero no conocía nada de alemán, y nos metió
en un lío del carajo en Alemania, y terminamos todos presos. Esa es la historia
real, y a partir de allí yo me meto en la cabeza de ella, para que sea la que
cuente su versión. Y después hay cuatro partes sobre la madre, es un hijo que
habla sobre ella, en cuatro momentos de la vida, el nacimiento, la
adolescencia, el resto, y la muerte.
-
El
ministro de Comercio Exterior José Luis Silva afirma que se marketea bastante
al Perú en Francia. ¿Qué de cierto es? ya que tú radicas por allí
Mira,
en mi ausencia salió la revista aquella Vogue, sobre el Perú, y esta revista se
vende mucho, y está en ciertos círculos, pero luego pasa por las peluquerías,
en el consultorio del doctor, pero por lo general es una revista de modas, para "pitucos". Pero aparte de eso, no sé dónde está lo que se marketea al Perú en
Francia, dime ¿en dónde?
-
Los
medios hablan de Perú en Francia.
¿De
Perú? Perú no existe. El Perú hace años que no existe para nada. El Perú
después de Sendero Luminoso, dejó de existir en Francia, osea se supone que
ahora la Marca Perú es Sendero Luminoso, pero ahora nadie habla del Perú.
-
¿A
qué huele París?
Me
preguntas a qué huele París…ummm. Mira, París no tiene olor, es una ciudad sin
olor, es una ciudad que le falta un poco de vida también, aunque antes olía un
poco a mierda, porque había mucha mierda de perros, pero ahora toda la gente
tiene que llevar su bolsita a la hora de salir con sus mascotas. Pero es muy
difícil decir a qué huele París hoy día. En primavera huele porque florecen los
arboles, como en el tango: “florecen las plantas, un himno a la vida” como dice
lo que cantaba Gardel.
-
¿Y
Lima, a qué huele Lima?
No
sé. Antes olía a meado, en todo caso he estado mucho en Miraflores, y allí los
camiones pasan con manguera y limpian las calles por las noches, pero en otros
lugares sigue oliendo a meado, pero aparte de eso, huele a fritanga, a pollo a
la brasa, hay mucha fritura, Lima tiene cierto olor, y en ese sentido tiene una
cierta vida a través de ese olor, ahora si pudiera ser más agradable que el de
los escapes de las combis.
-
¿Cuándo
te tenemos de vuelta por el Perú?
El
próximo año quizás, porque he decidido vengarme del Perú, viniendo cada vez y
publicar un libro. Y me falta corregir, pero me falta dos; una historia que es
la de un transexual, y la otra que es la historia de una prostituta que era
escritora, que se basa en hechos reales, y estoy en esas dos que tengo que
terminar, y luego ya podré publicar, y vendré a martirizar al pueblo peruano
con mi literatura. Y después tengo que escribir el libro sobre México, y los
infrarrealistas.
-
Mucha
gente lo está pidiendo
Allí
tengo cosas inéditas y algunas fotos inéditas, y tengo hasta el titulo, pero
aún se me queda porque hasta ahora no lo he publicado, y últimamente se me ha
ocurrido otra historia que ya tiene titulo también, que se va llamar “La
verdadera historia de Pepito Ramos” que habla sobre la historia de un niño en
Lima.
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