martes, 11 de octubre de 2011

"MEDIANOCHE EN PARÍS" DE WOODY ALLEN -- CRÍTICA





Medianoche en París es la última cinta del neoyorquino Woody Allen. Y a decir verdad, vuelve a la carga, al mostrarnos un magnifico retrato urbano, en el que se entremezclan las nostalgias, los deseos, las ilusiones y las frustraciones personales de seres que simplemente no se sentirán nunca conformes con lo que han podido lograr en un nada apacible, y más bien mundo neurótico que corre a la velocidad de la luz. Y el escenario donde se desarrolla la trama, no ha podido ser más hipnotizador, pues nada menos que Paris, la ciudad luz.

La película empieza con una serie de imágenes de los sitios más emblemáticos de la ciudad francesa acompañados de la infaltable banda sonora muy al estilo jazz, género preferido del director. Y lo curioso es que simultáneamente surge la típica voz en off del supuesto Allen; pero la sorpresa es que la voz viene del actor Owen Wilson que interpreta a Gil, un escritor de guiones para películas americanas, que acompaña a su prometida Inés (Rachel Mc Adams) a Paris a un viaje temporal, que luego resultará una aventura fantástica e idealista, muy al estilo de una novela literaria que nos mantiene atentos con su natural ritmo.

Una vez instalados en la ciudad, Gil e Inés son los invitados de los padres de ésta, para pasarla de cena en cena y de compras durante el día, lo cual no seduce para nada al escritor. Y peor aún cuando coinciden con una pareja de amigos de Inés, en la que el novio, Paul (Michael Sheen) resulta ser un patán de primera, que no deja de alardear sus conocimientos académicos, lo que despertará una extraña atracción en Inés. Pero Gil, luego se dispensará de acompañar al grupo a sus bailes nocturnos, para dedicarse a andar por las noches parisinas para inspirarse en escribir algo que logre satisfacerlo en lo personal, pues desde que llegó a la ciudad, decidió que debería afincarse en ella para impregnarse de su atmósfera mágica y artística, como lo hicieron algunas décadas atrás varios artistas y escritores. Es allí donde da inicio a su mágico tour por el tiempo, y en la medianoche, es recogido de una calle por un viejo coche de la belle époque, en el que podrá alternar con los iconos del arte y la literatura de los años veinte. Personajes como Scott Fitzgerald y su bipolar esposa Zelda, Ernest Hemingway, Henry Matisse, Edgar Degas, Juan Belmonte, Man Ray, Luis Buñuel, Salvador Dalí, Pablo Picasso, Adriana (la ocasional amante de los artistas), Henri de Tolouse-Lautrec, T.S Elliot y la temperamental Gertrude Stein se darán el tiempo suficiente para tertuliar e influir en las próximas decisiones de Gil, llegando incluso hasta el célebre Maxim`s de Paris.

Definitivamente “Medianoche en París” es un tributo a la ciudad luz, y en especial a ese ambiente artístico y bohemio que la caracterizó desde el siglo pasado; pero lo más esencial de esta fábula, es desmitificar que todo tiempo pasado fue mejor, pues el protagonista ha tenido que vivir con propia experiencia su paso por los maravillosos años veinte para reflexionar sobre la insatisfacción del ser humano con su entorno, pues al tenerse algo consigo, simplemente faltará más y siempre más, es como obedece así la complejidad del ser humano, y Allen simplemente ha sabido parodiar una metáfora fascinante e idealista, en la que designa como su alter ego al indeterminado Gil.

El reparto es variopinto, desde la sensual Marion Cotillard (que interpreta a la musa Adriana); hasta la primera dama francesa Carla Bruni, que hace el papel de una encantadora guía turística. Y el final, aunque es algo predecible, no deja de ser romántico, en especial para los admiradores del compositor de Night and Day, el genial Cole Porter.

Y, si como espectadores hemos quedado algo no correspondidos con las dos anteriores cintas del genio neoyorquino, cabe mencionar que en esta ocasión ha sabido reivindicar su muy creativa manufactura de antaño, con planos pausados pero eficaces en la distención, logrando así una placentera fotografía y una soberbia banda sonora.



Ficha Técnica:

- Titulo original: Midnight in Paris.

- Director y guionista: Woody Allen.

- Fotografía: Darius Khondji.

- País: Estados Unidos, España.

- Año: 2011.

- Duración: 100 minutos.

- Genero: Comedia romántica.

- Reparto: Owen Wilson, Rachel Mc Adams, Kurt Fuller, Mimi Kennedy, Marion Cotillard, Michael Sheen, Adrien Brody, Kathy Bates, Alison Pill, Léa Seydoux.


sábado, 1 de octubre de 2011

EN LA ADMINISTRACIÓN DE CORREOS




Anton Chejov (1860-1904), fue el gran precursor del uso del monólogo como técnica, y seguirá siendo considerado el maestro del relato corto. No por algo, autores norteamericanos consagrados como Raymond Carver, Arthur Miller y el propio Tennessee Williams, han sabido verse influenciados por el escritor ruso.

El relato que va a continuación, nos introduce a un mundo convencional e hipócrita; aspectos que Chejov siempre detestó de la sociedad del siglo XIX. Pero al mismo tiempo la ironía y la provocación, han sido empleados con sutiles recursos narrativos, listos para leérnoslo de un tirón y sin dejar de pensar cuál es el mensaje final de estas líneas…



CUENTO
Autor: Anton Chéjov



La joven esposa del viejo administrador de Correos Hattopiertzof acababa de ser inhumada. Después del entierro fuimos, según la antigua costumbre, a celebrar el banquete funerario. Al servirse los buñuelos, el anciano viudo rompió a llorar, y dijo:

--Estos buñuelos son tan hermosos y rollizos como ella.

Todos los comensales estuvieron de acuerdo con esta observación. En realidad era una mujer que valía la pena.

--Sí; cuantos la veían quedaban admirados –accedió el administrador--. Pero yo, amigos míos, no la quería por su hermosura ni tampoco por su bondad; ambas cualidades corresponden a la naturaleza femenina, y son harto frecuentes en este mundo. Yo la quería por otro rasgo de su carácter: la quería --¡Dios la tenga en su gloria!—porque ella, con su carácter vivo y retozón, me guardaba fidelidad. Sí, señores; érame fiel, a pesar de que ella tenía veinte años y yo sesenta. Sí, señores; érame fiel, a mí, el viejo.

El diácono, que figuraba entre los convidados, hizo un gesto de incredulidad.

--¿No lo cree usted?—le preguntó el jefe de Correos.

--No es que no lo crea; pero las esposas jóvenes son ahora demasiado…, entendez vous…? sauce provenzale…

--¿De modo que usted se muestra incrédulo? Ea, le voy a probar la certeza de mi aserto. Ella mantenía su fidelidad por medio de ciertas artes estratégicas o de fortificación, si se puede expresar así, que yo ponía en práctica. Gracias a mi sagacidad y a mi astucia, mi mujer no me podía ser infiel en manera alguna. Yo desplegaba mi astucia para vigilar la castidad de mi lecho matrimonial. Conozco unas frases que son como una hechicería. Con que las pronuncie, basta. Yo podía dormir tranquilo en lo que tocaba a la fidelidad de mi esposa.

¿Cuáles son esas palabras mágicas?

--Muy sencillas, yo divulgaba por el pueblo ciertos rumores. Ustedes mismos los conocen muy bien. Yo decía a todo el mundo: “Mi mujer Alona, sostiene relaciones con el jefe de Policía Zran Alexientch Zalijuatski”. Con esto bastaba.

Nadie se atrevía a cortejar a Alona, por miedo al jefe de Policía. Los pretendientes apenas la veían echaban a correr, por temor de que Zalijuatski no fuera a imaginarse algo. ¡Ja! ¡Ja!...cualquiera iba a enredarse con ese diablo. El polizonte era capaz de anonadarlo, a fuerza de denuncias. Por ejemplo, vería a tu gato vagabundeando y te denunciaría por dejar tus animales errantes…; por ejemplo…

--¡Cómo! ¿Tu mujer no estaba en relaciones con el jefe de Policía? –exclaman todos con asombro.

--era una astucia mía. ¡Ja! ¡Ja!...! Con que habilidad los llamé a engaño!

Transcurrieron algunos momentos sin que nadie turbara el silencio.

Nos callábamos por sentirnos ofendidos al advertir que este viejo gordo y de nariz encarnada, se había mofado de nosotros.

--Espera un poco. Cásate por segunda vez. Yo te aseguro de que no nos volverás a coger--- murmuró alguien.



Fin