martes, 24 de junio de 2014

LORENZO PALACIOS "CHACALÓN" A VEIINTE AÑOS DE SU MUERTE

Lorenzo Palacios "Chacalón" 



Hoy en su tumba del cementerio El Ángel, como todos los años los cerros deben estar bajando para congregarse y rezarle una plegaria.

Un día como hoy, hace veinte años, se fue el faraón de la cumbia tropical andina, Chacalón. Lorenzo Palacios Quispe cerró sus ojos por última vez en una ingrata habitación de la clínica Javier Prado, a causa de una complicación generada por la diabetes.

El chino como le decían sus amigos del pasaje Bondy en el barrio del cerro San Cosme, surgió de sus avezadas calles cuando niño, e iba cantando huaynitos con humita en mano en los alrededores de Manzanilla, pequeño palomilla de los emergentes olvidados, supo guapear a la pobreza junto a su mama Olimpia que cantaba y bebía como las bravas para sacar adelante al resto de sus hermanos (sumaban 15).

El mito aún estaba lejos de alcanzar su condición, y de ostentar su mayor culto, porque faltaban transcurrir esas interminables horas como pájaro frutero, y vicioso de las pichangas futboleras como buen hincha de Alianza Lima, porque, en vez de estudiar modosamente la “materia” en las aulas, él “tiraba” “tapia” y arrancaba veloz del colegio, para “recursear” un billete, haciendo de “campana” en un eventual “laburo”; no por algo, estuvo de “canero” en “Luri” por dibujarle un “chuzo” en la cara a un “tombo” en retiro.   

Chacalón le entraba a todo, fue maestro zapatero, y hasta cosmetólogo, incluso fungía de sastrecillo amateur, y él mismo se cosía su aturquesado vestuario que en las tardes domingueras musicales lucía en los “templos” o “chichódromos”, llámese la Carpa Grau, Así es mi tierra, y Mi Huaros querido, luego de las primeras incursiones en los estacionamientos del centro histórico.

Quién podría olvidar el “tate-quieto”, o “revolcón” que le dio a Vico y su grupo Karicia en un esperado mano a mano en el local Así es mi tierra de la avenida México. Chacalón y la Nueva Crema hacían prevalecer una vez más entre los faites el imperio de sus letras y su voz.
Lima se encontraba en una especie de “sancochado” de tendencias y modelos a seguir. Por un lado, mientras la música Chicha, y la Salsa pugnaban por las preferencias del público más popular; en otras zonas dizque más “decentes” luego de haber seguido por años a vocalistas extranjeros como Tom Jones con su She´s  a Lady”, y a James Brown; ya un poco después, a inicios del año ochenta, dichos segmentos veneraban hits como “Born To be alive” de Patrick Hernández, y “Stayin´ Alive” de los Bee Gees.  

Dice la anécdota, que cierta noche sanisidrina en la discoteca de moda de la avenida Camino Real “El Mediterráneo” (cuya propietaria era la top model Susy Dyson, mamá de Kina Malpartida) Mick Jagger, que en esa ocasión andaba por Lima, punteaba con la guitarra de Elsa María Elejalde, algunos temas inéditos unplugged;  mientras que, “Al otro lado del verso” en el cono más este y olvidado de la ciudad, La Nueva Crema y papá Chacalón arrasaban con la preferencia del 60% de habitantes de la capital, encontrando además, entre sus mejores aliados al líder de las ondas: Radio Inka, que se encargaría de hacer llegar la Chicha a los rincones más insospechados del territorio nacional. Mientras, los más hogareños encendían sus teles entusiasmados por la reciente llegada de la televisión a color para ver “Tulio en América a Cholo Color”, cuyo marco musical que daba inicio al programa cómico, no podría ser otro que “Muchacho Provinciano”  ---Me levanto muy temprano, para ir con mis hermanos, ayayayay, a trabajar---

Lorenzo Palacios Quispe le cantaba al héroe anónimo, al ambulante, al chofer de camiones, al cargador de la Parada, a ese bicho que venía de provincia y era pisoteado por el capitalino alienado que usaba bluyines marca Wrangler y tomaba el cappuccino en el Indianápolis de Miraflores; sin embargo, el tiempo, y los años fueron el mayor antologador que le dio la razón a esa raza emergente. Hoy, por ejemplo, el millonario emporio de Gamarra sobresale gracias a ellos.

El chino, siempre fue de pueblo, y aunque algo achori en el andar, en el modo de hablar y hasta en la forma de calzar sus rojos “macarios”, y el “diolén” acampanado,  también se mostraba humilde y amigable. No olvido lo que para mí fue fortuna y anécdota, (Yo de niño colgado entre los cables de los techos, mismo Hombre Araña) el hecho de verlo ensayar en casa de Víctor Casahuamán y su grupo Celeste, en un rincón del barrio del Rímac, allí enfrente del cine Latino.

No obstante, esa indolente tarde del 26 de junio de 1994, se mostró más gris que nunca, una multitud de gente apenas podía ingresar a través de los amplios accesos del cementerio El Ángel para despedir a su “Santo”. Se dice que fueron alrededor de 60 mil personas, sin embargo, los registros fotográficos y audiovisuales nos hacen creer que fueron casi cien mil. Fue un hecho sin precedentes, nunca antes un mortal común, ni el más poderoso de los políticos, o socialités peruanos había convocado luego de su muerte a una multitud similar.  

Así, la “Chicha” del Chino-Faraón-Papá-Chacalón, pese al resto de invasiones de géneros extranjeros, se inmortalizó en nuestros sectores urbanos, tanto en los canallas, como en los más refinados y enajenados; lo que generaría cobrar la categoría de ícono nacional. Para muestra, ahí tenemos, por ejemplo: la miniserie de televisión El Ángel del Pueblo (2005); la fusión/reinvención a latín-jazz tropical de “Muchacho provinciano”  de parte del grupo alternativo Bareto (2008); la familia Urcuhuaranga, parientes ascendentes del grafico-cartelista Elliot Túpac fue una de las primeras en inmortalizar los fosforescentes afiches alusivos a sus conciertos; y está también, el reciente ganador del reality Yo soy, Juan Carlos Espinoza como el nuevo Chacalón. Incluso, ha nacido una especie de merchandising criollo al encontrar en los comercios del jirón Quilca al personaje-héroe Chacamán, estampado en camisetas de algodón. Por otro lado, la viuda Dora Puente tajantemente le dijo no a la alcaldesa Villarán, al hecho de hacerle una plazuela a su nombre en el reciente trabajo de construcción, no concluido aún, del Parque del Migrante en La Parada.

Cabe señalar con cierto enfado, y en contraposición al culto Chacalón, que hace algunos años nació un repugnante baile denominado Perreo chacalonero.  

Chacalón para muchos ya es un Santo, incluso en un bar cultural de Barranco ya tiene su altar, en el que se le prenden velas en señal de tributo. Sin duda, hoy en su tumba del cementerio El Ángel, como todos los años los cerros deben estar bajando para congregarse y rezarle una plegaria.




lunes, 9 de junio de 2014

MERECIDO HOMENAJE AL POETA CARLOS GERMÁN BELLI

Carlos Germán Belli y Marco Martos 


El último fin de semana, una de nuestras mayores voces vivas de la poesía contemporánea, Carlos German Belli (1927) fue homenajeado en el 1er festival de la Palabra organizado por el CCPUCP. Las palabras de reconocimiento estuvieron a cargo del también poeta y académico Marco Martos, y del director general del festival Edgar Saba.

Carlos Germán Belli es un poeta agradecido con la vida. A sus 86 años, él celebra el hecho de haber respirado los aires del siglo pasado, con sus tradiciones, y convencionalismos, sin embargo, también se siente satisfecho de ser parte de la modernidad, de esta Era, que corre como luz, y que mantiene a su vez, ese imprescriptible respeto hacia la belleza hablada, la voz, y la poesía.

Miembro de la generación del cincuenta, que brindó además, a otros exponentes ilustres como Washington Delgado, Alejandro Romualdo, Javier Sologuren, Emilio Adolfo Westphalen, Francisco Bendezú, entre otros.

El Centro Cultural de la Católica, vibró la última noche, con un numeroso público, tan cálido, y honrado de ver a uno de nuestros más importantes poetas vivos.



OH HADA CIBERNÉTICA

Oh Hada Cibernética
cuándo harás que los huesos de mis manos
se muevan alegremente
para escribir al fin lo que yo desee
a la hora que me venga en gana
y los encajes de mis órganos secretos
tengan facciones sosegadas
en las últimas horas del día
mientras la sangre circule como un bálsamo a lo largo de mi cuerpo


Carlos Germán Belli (Dentro & fuera 1960)

LA ESCRITORA MEXICANA GUADALUPE NETTEL EN EL PRIMER FESTIVAL DE LA PALABRA


Guadalupe Nettel

“No creo en la felicidad estable y verdadera, solo son momentos de gracia”        


Ella empezó a escribir desde muy niña, mientras las compañeras de la escuela la molestaban. Casi todos sus personajes están en primera persona, porque de pronto, le inyectan vida, y si se trata de cuentos, le encanta utilizar expresiones mexicanas, en un mero lenguaje coloquial.

Su escritura va más allá de lo que podemos vislumbrar, ella nos conduce a esas instancias escondidas de la que nadie quiere hablar. Página, tras página, nos invita a maldecir nuestras carencias existenciales, pero también a reflexionar, como un ejercicio obligado para encontrar la puerta de escape, esa que siempre la buscamos cuando nos asfixiamos.

Ganadora del Premio Internacional de Narrativa Breve Ribera del Duero 2013 con su libro de cuentos “El matrimonio de los peces rojos”, y finalista del premio Herralde por su novela “El huésped”, Guadalupe Nettel (México 1973) que ha publicado otros títulos, editados en su mayoría por la editorial Anagrama de España, estuvo de paso por Lima como invitada del Festival de la Palabra; y en una conversa amena con la periodista Clara Elvira Ospina, dio  sus puntos de vista sobre algunos temas que se viven, tanto en la cotidianidad, como en la literatura.

La tecnología y el mundo virtual le aterran sobremanera. Ella reconoce que no es muy buena para el internet, y que para escribir prefiere a veces, hacerlo con pluma y papel, ya que la pantalla del ordenador le juega una ingrata batalla a su sensible vista. Además, los Smartphones la perjudican a diario en sus relaciones con las personas, porque no puede entender que cuando va un restorán, ve a mucha gente conectada a esos aparatitos chateando y conversando con otros, que no son precisamente los que ahí les acompañan.

Clara Elvira Ospina abordó los temas y personajes que conforman “El matrimonio de los peces rojos” (Editorial páginas de espuma 2013)  –Es un bestiario porque allí están los animales— opinó la periodista.

Nettel respondió que se impresionaba, de cómo los seres humanos muchas veces se hacen embrollos innecesarios con asuntos netamente naturales; a diferencia de los animales. ---Nosotros nos sentimos orgullosos de ser superiores a ellos, sin embargo, nuestros grandes dramas son el nacimiento, y la muerte, y a veces somos incapaces para afrontar algunos problemas, pero para ellos eso es lo más sencillo y natural, y saben cómo manejarlo--- De ese primer cuento, que por cierto, lleva el título de la publicación , por ejemplo, explicó que existe un paralelo entre el deseo de los personajes de no tolerar la convivencia en pareja, con la singular especie de los peces beta, que prefieren la soledad, antes de compartir su espacio o territorio con otro similar.

La Ospina habló del siguiente cuento “Guerra en los basureros” por hacérsele impensable poner como protagonistas a las despreciables cucarachas, a diferencia de la escritora, que le pareció sumamente interesante la historia de los antepasados de esos blatodeos, que provienen de los milenarios petrolites. Precisamente, ella supo convivir con tales bichos durante mucho tiempo en Barcelona, porque sus edificios están plagados de ellos, aunque a los barceloneses no les guste hablar mucho de aquellos insectos (la mayoría afirma que las cucarachas llegaron en grandes barcos desde América) y así, tuvo que traerse desde México ácido fólico para poder combatirlas, porque llegó al convencimiento de que los verdaderos intrusos del piso fueron ella, y su marido.

Guadalupe Nettel y Clara Elvira Ospina


Al tocar el tema de las mujeres, Ospina comentó que hay movimientos activistas que deciden sobre sus propios cuerpos y que acceden al aborto. En ese sentido, Nettel reconoció que está a favor que se permita el aborto, en el caso que venga un niño con malformaciones.

En referencia al cuento “Hongos”, que habla de la tormentosa relación de dos músicos, y amantes; afirmó: --En el enamoramiento nosotros estamos dispuestos a perderlo todo por estar al lado del otro, es como los hongos, que se hacen difíciles sacarlos de una uña---

Aunque, reconoció que no sabe hacer otra cosa que escribir, actualmente redacta una columna en un medio mexicano sobre lo que acontece en el DF; y además, opinó que la labor de un traductor es sumamente ingrata, porque si lo haces bien, es el crédito para el autor, y si lo haces mal, entonces es culpa del traductor, a esto se suma que tampoco les pagan bien. 

Confesó además, que es una maniática, porque cuando tiene entre sus manos su reciente libro impreso, lo lee nuevamente y a fondo, con la pluma roja lista para corregir nuevamente, y así contribuir para mejorar la siguiente edición.

Finalmente, la Ospina abordó el típico asunto de la felicidad, pidiendo su opinión al respecto; y la respuesta de Guadalupe Nettel fue más que contundente: ---Yo quisiera realmente creer en la felicidad, pero no creo en la felicidad estable y verdadera, solo son momentos de gracia--- 


                                                                                


viernes, 6 de junio de 2014

CONVERSACIÓN CON EL ESCRITOR MEXICANO YURI HERRERA




“Algunas veces los Simpson son mi influencia, así como Cervantes o Shakespeare”

El Festival de la palabra es un acontecimiento cultural que se da por primera vez en Lima solo por cinco días, organizado por el Centro Cultural de la Pontificia Universidad Católica del Perú, y entre sus eventos diarios, el día de ayer se dio una conversa entre la periodista mexicana radicada en nuestro país Lizzy Cantú y el prestigioso escritor Yuri Herrera.

Herrera, que actualmente radica en Nueva Orleans, ya tiene un sitio ganado en las letras latinoamericanas, y su obra ya ha sido traducida a cinco idiomas en Europa. Sus tres novelas claves son “Trabajos del reino” (Fondo Editorial Tierra Adentro. México, 2004). Reeditado en España por Periférica en 2008 y 2010 “Señales que precederán al fin del mundo” (Periférica, 2009) y “La transmigración de los cuerpos” (Periférica, 2013).

La conversa se dio en la sala de conferencias del lugar, ante la presencia de un escaso público, aunque, entre ellos estuvieron los escritores Rodrigo Fresán, y el boliviano Rodrigo Hasbún.

Cantú planteó la idea de que en los libros de Herrera, si bien se encuentra extremada violencia, tampoco se recurre al propio lenguaje de ella (la violencia); algo así como una prosa sofisticada.  Inmediatamente Herrera aclaró que para él la violencia en sus libros no es para nada sofisticada; porque la distinción entre la forma y el fondo no tiene ningún sentido en el lenguaje narrativo, y más bien habría que emprender la misión de encontrarle nuevas denotaciones a las palabras. Sencillamente, él se resiste a aceptar que existe un lenguaje literario. Aunque resaltó que su editor de Periférica en España Julián Gutiérrez, lo respeta como debe ser, pues, en caso de querer cambiar una coma, no duda en llamarle para avisarle. Seguidamente, en un tono algo provocador, reconoció que algunas veces sus influencias vienen de la serie de animación Los Simpson, tanto como de Cervantes o Shakespeare.  

Además, considera que la violencia no nació sola, y que si bien, ésta no solo es parte de México, existen algunos factores que la alimentan, como la presencia de una cultura machista y misógina; y la indiferencia de las autoridades, entre otros. “No se puede encontrar un solo elemento que construya la violencia, a estas alturas ya no podemos verlo solo como un problema nacional”.

Ante una inquietud de un locuaz asistente en el público, que le insinuó la importancia del personaje del Chavo del ocho en la cultura mexicana, Herrera no tardó en responder que en su familia había mucha represión, ya que su padre siempre odió al Chavo, por considerar que siempre se burló de los pobres. Y a causa de esa represión, él no se siente orgulloso de dicho personaje, porque nunca vio el programa de niño, sin embargo, reconoció que es parte del patrimonio mexicano, y que ha permitido hacer un posterior lenguaje con sus diferentes registros.

Entre otras cosas, la Cantú añadió que en su último libro (no dijo cuál, presumimos que hablaba de “La transmigración de los cuerpos”) se nota un silencio de las autoridades, agregando así la pregunta ¿Cómo abordas el tema del silencio en tus novelas? Yuri Herrera: Yo hice una lista de palabras que no debía utilizar, como, droga-gobierno-corrupción; que son algo codificadas. El silencio es una manera de acercarnos a los temas o circunstancias  más difíciles; por ello, hay que confiar en la intuición de los lectores.
Para cerrar la conversa, que apenas duró una hora, Cantú le pidió a Herrera (no entendemos a qué se refería exactamente) un conjunto de palabras felices…y el respondió algo desconcertado: “No lo sé, supongo que las palabras no deben sonar a malditas, y debemos reconvertirlas a algo que suene mejor”.


miércoles, 4 de junio de 2014

ENTREVISTA A FERNANDO AMPUERO SOBRE SU NUEVA NOUVELLE "LORETO"





“ME INTERESA LA FEROCIDAD HUMANA”

“La novela grande, por lo general, se dispersa y suele llenarse de ripio”

Fernando Ampuero es un autor que ha trajinado el mundo literario desde muy joven. Y en los últimos cuarenta y cinco años, ha escrito más de una decena de títulos, que en un primer momento, tocaban a la disminuida burguesía, con un tono sarcástico y sobrio. Sin embargo, con el correr del tiempo, sus personajes se hicieron más crudos, corruptos, y decadentes; como seres que habitan una jungla urbana para devorarse entre ellos.
Para Ampuero, el sentido del humor, es indispensable para vivir, tanto en sus historias de ficción, como en su vida cotidiana. Su trilogía callejera de Lima (compuesta por las novelas: Caramelo verde, Puta linda, Hasta que me orinen los perros) nos da fe del turbio aire que respiramos al salir por nuestras calles. Y esta vez, nos entrega su nueva nouvelle callejera LORETO (Planeta 2014), una historia de acción tan delictuosa como alentadora. La presentación se dará el día de hoy en la librería El Virrey de Miraflores, y contará con la presencia del ensayista y crítico peruano Julio Ortega.                                                    

          
            Acabas de publicar tu nueva novela, Loreto. Háblanos de ella

Loreto es una novela sobre la mística de los barrios bravos del Callao. Un relato desgarrado, si se quiere, aunque con espíritu de fábula, y que, a su manera, entraña un cierto lirismo. Yo diría que, formalmente, es varias cosas a la vez: una épica (que quizá resulte trasnochada, sí, pero una épica al fin y al cabo); una historia de amor en medio de la adversidad; o una novela de aprendizaje en negativo, pues en esas calles chalacas del jirón Loreto si bien se aprende lo bueno y malo, vale más lo malo, que es lo que en ciertos barrios te permite sobrevivir, porque si solo aprendieras lo bueno morirías de un balazo al primer descuido.

La Noemí de Puta linda nos deleitó con su sensualidad e inteligencia. ¿Quién es la protagonista en Loreto?  

Son dos los protagonistas: Silverio, un chiquillo que ha crecido en olor a pólvora, y Laurita, una muchacha muy atractiva, la hermana de un proyecto de cabecilla de pandilleros. Estos chicos encarnan la pasión amorosa juvenil y la pasión pandillera. Viven su primer incendio.

¿Por qué te atrae tocar el submundo urbano?

Porque me interesa la ferocidad humana, el lado peligroso de la vida. Y también porque me interesa el espíritu del mundo marginal, a partir de su desesperado sentido del orgullo y la dignidad. Todas las personas oscilamos entre la seguridad y el riesgo, pero los marginales suelen cifrar su seguridad en el riesgo. De ahí viene su gran fortaleza.

¿Cómo hiciste el trabajo de campo, si es que lo hubo, para entrar a los Barracones del Callao? 

Tengo 64 años, y a lo largo de ese tiempo he vivido varias vidas. Una de ellas, que me marcó desde muy joven, fue mi vida de barrio, pues no siempre he vivido en Miraflores. Este es un aspecto que poca gente conoce de mí. Descubrí entonces las calles duras, llenas de ilusión y pujanza,  así como de pobreza y brutalidad. Luego complementé esa experiencia con cuatro décadas de periodismo, lo que me permitió incursionar  muchas veces en los bajos fondos, incluidas las más bravas calles chalacas. Ese ha sido mi trabajo de campo; todo lo demás es imaginación.

Presumo que la literatura no da para comer, pero te da otras satisfacciones ¿Cómo te hiciste periodista? 

      Justamente por eso que mencionas: primero había que comer. Yo nací en un medio con muchas    comodidades, pero hubo una etapa de ruina económica familiar, entre los catorce y los diecisiete años. En ese periodo no podía pensar solo en la literatura. Había que trabajar, ganar becas, viajar. Más tarde vino el periodismo y fue para mí una bendición. Y lo sigue siendo todavía.  Me mantiene alerta e interesado por todo lo que sucede a mi alrededor o lejos, en el mundo.

La nouvelle es un género ignorado por algunos autores ¿Por qué a ti te fascina? 

Por la condensación. Una novela corta te deja la sensación de haber leído una historia compacta y redonda, pues va directamente a su asunto, y todo en ella se cierra como en un rompecabezas. Obviamente se sacrifica el desarrollo de los personajes secundarios, pero el lector obtiene a cambio mayor ritmo, intensidad y tensión dramática. La novela grande, por lo general, se dispersa y suele llenarse de ripio.

          ¿Por qué las editoriales exigen a sus escritores escribir novelas en lugar de cuentos? 

          Son asuntos comerciales, no una cuestión de gustos. Pero después de que a la gran Alice Munro, una            escritora dedicada al cuento, le dieran  el Premio Nobel el año pasado, las cosas podrían cambiar. 

Gabriel García Márquez acaba de partir hacia Macondo. ¿Qué podrías decir de  él?

Considero a García Márquez  como mi padre literario. Pero yo tengo muchos padres. Entre ellos, Chejov, Hemingway, Fitzgerald, Borges y también los escritores de novela negra, Hammett y Chandler. Sin embargo, García Márquez se ha ganado un lugar especial, que comparte con otro maestro de nuestro idioma, Miguel de Cervantes Saavedra.      

Hace poco llegó al país un escritor cubano-mexicano que presentó una novela que le tardó 23 años escribirla. ¿Por qué ahora muchos jóvenes se desesperan por publicar rápido?

Cada escritor sabe el tiempo y la receta que necesita para escribir una novela. Cuando yo tengo una historia en mente, le voy  dando vueltas y vueltas, y esto es lo que demora. El proceso de escritura resulta más o menos rápido, a diferencia del proceso de enfriamiento, de correcciones y, muy a menudo, de reescritura. Esta última es la mejor parte. 




Eres un autor que se preocupa por sus nuevas publicaciones, e incluso acostumbras hacer un periplo por las mesas de novedades de las librerías para corroborar que estén allí. ¿Qué carencias tienen los editores durante el  lanzamiento del mismo? 

Un amigo, el poeta Montalbetti, considera que las entrevistas son el grado cero en la repercusión de un libro. Le doy la razón, pero yo, sin embargo,  sigo dando entrevistas, pues por lo menos gracias a ellas los lectores se enteran que acaba de aparecer un nuevo libro. Las editoriales grandes te apoyan, con sus equipos de promoción, cosa muy necesaria para que un libro circule y se venda, pero los medios de prensa no siempre dan espacio a los escritores. Eso es raro. Los diarios y revistas, cuyo negocio es ofrecer la palabra escrita, deberían ser los primeros en fomentar la lectura, crear una gran cultura de lectores. Por suerte  todavía hay algunos medios que no nos dejan en el desamparo.  

Tu risa estentórea siempre se hizo notar ¿Crees que eso también generó rencores escondidos?

¿Mi risa? ¿Hay que reírse en voz baja para ser amado? No lo sabía.

¿Por qué para ti vale más el breve Chejov que el frondoso Faulkner?

Soy un hombre de jardines, de jardines silvestres o de jardines  muy cuidados, ese depende de mi estado de ánimo. Las selvas y los bosques me intimidan, a pesar de que mi segundo apellido es Del Bosque. Admiro por igual a Chejov y Faulkner, los dos son escritores geniales. Pero, a la hora de escribir, me acomoda mejor el estilo sobrio, directo, exento de ornatos y  barroquismos. Es una elección estética.

-                              En tus textos la mujer tiene un rol fundamental. ¿El Ampuero persona ha prescindido alguna            vez de una mujer? 

No. Nunca me ha pasado. Mis etapas de soledad han durado poco tiempo, quizá porque las mujeres se apiadaban de mí. La vida sin mujeres sería tranquila y ordenada, sin duda,  pero sería también más árida e incompleta ¿no crees? Una buena mujer es tu mejor cómplice.

-          Alonso Cueto renegaba cuando veía sus títulos piratas, en el jirón Miró Quesada. ¿En tu caso, qué hacías?

-          Le hacía el acompañamiento, con guitarra y con cajón. Todos mis libros también han sido igualmente pirateados.

Cuando he estado en círculos periféricos de la literatura, se habla de Fernando Ampuero como de un dandi miraflorino. ¿Te molesta eso? 

La periferia suele tener una visión distorsionada. Tengo la esperanza de que si esa gente me conociera de cerca, vería que no soy tan estirado como parezco, ni tampoco un mal tipo.

-          Fuiste muy amigo de Ribeyro. Cuéntanos una anécdota de la que hayas hablado poco, o nada.

-          Déjame por favor guardar esas anécdotas para mis memorias.

-          Tú eres cinéfilo. ¿Crees que el cine peruano realmente está despegando como muchos dicen? 

El cine está siendo tomado por fin como industria y como oficio artístico. Por ahí creo que va la cosa. Me han gustado películas recientes como “El evangelio de la carne” y “El vientre”. 

-          Cuando estudiabas en el colegio La Inmaculada te sabías de memoria la misa en latín y rezabas a diario el Rosario. ¿Cómo te va con el Clero? 

La vida de fines de los años cincuentas la veo como un recuerdo  de haber estado en otro planeta. Nunca más volví al colegio. En cuanto al clero y la iglesia, que es la burocracia de la fe, existe gente buena y mala, como en todas partes. Pero yo debo decir que la educación jesuita me marcó. A ella le debo la forma de estructurar mi pensamiento. Lo demás ha sido leer y leer, un larguísimo tren de autoeducación.

¿Cómo les fue a los peruanos en la FILBO? ¿Qué impresiones?  

La mejor de las impresiones. Definitivamente la FILBO 2014 fue una fiesta por todo lo alto. Y el Pabellón del Perú, además, fue celebrado por todos los colombianos como el mejor de las veintisiete ediciones que ha hecho la FILBO. ¿Qué más se puede pedir?   

-          El periodismo anda hoy en una crisis de valores ¿Qué opinión te merece? 

Más de valores accionarios que de valores morales, ¿no? Hay demasiadas acciones juntas en un lado de la balanza.

-          Te he visto algo subido de peso ¿Qué hay de las habituales caminatas diurnas por el malecón?

-          Todos los días me propongo volver a ellas. Salgo apenas dos días a la semana, pero quisiera poder salir unas cinco veces. Después del lanzamiento de Loreto, tendré más tiempo para las caminatas.

-          “Llámalo una cuestión de valores. Una cosa es ser un hijo de puta, y otra ser un “conchasumadre” (Hasta que me orinen los perros. Planeta 2008) ¿Cómo se te ocurren estos mordaces epígrafes? 

-          La calle inspira; la calle, tanto en los barrios pobres como en los ricos, es la escuela y la maestra. Pero tú sabes que no siempre soy tan rudo y violento como en ese epígrafe. Esa era una frase de borrachos, como la que ha dado título al libro. Filosofía de ebrios con sueños rotos.